El sistema universitario catalán está experimentando un cambio de modelo de financiación y se está acercando al modelo anglosajón, donde los estudiantes pagan una elevada proporción del coste total de las universidades. Nos estamos alejando del modelo de la mayoría de países de Europa, donde pagan menos del 15 por ciento.
Tal y como se desprende del estudio 'La financiación de las universidades públicas en Cataluña', 1996-2014 del Observatorio del Sistema Universitario (OSU), los estudiantes han pasado de cubrir un 21,6 por ciento del coste de la docencia en 2008 al 41,6 por ciento en 2012. Según las cifras provisionales para el conjunto de universidades públicas catalanas, los precios y tasas que pagan los estudiantes podrían haber cubierto el 43 por ciento del coste de la docencia en 2014. Según la ley actual, los estudiantes deberían pagar entre un 15 y un 25 por ciento del coste de sus estudios y por tanto el 41,6 por ciento supera esta proporción y significa un incumplimiento del decreto Wert de 2012.
La realidad de las universidades catalanas es muy variada y el porcentaje del coste de la docencia asumido directamente por los estudiantes oscila entre el 31 por ciento en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y el 56 por ciento que asumen los estudiantes de la Universidad de Barcelona (UB). Pero en todos los casos, el coste que pagan los alumnos de media está por encima del 15-25 por ciento que establece el decreto ley para las primeras matrículas de grado.
Ingresos y gastos
Mientras que las administraciones han reducido un 45 por ciento las aportaciones a las universidades públicas entre 2009 y 2012-lo que supone un retroceso de nueve años, hasta situarse a unos niveles similares a los de 2003-, los precios que pagan los estudiantes en concepto de matrículas y tasas han aumentado un 47 por ciento.
Con unos recortes del 45 por ciento en la financiación pública, la contracción del gasto universitario ha sido del 21 por ciento, a costa de privatizar una parte creciente de la financiación del sistema universitario público catalán, traspasando el coste a los estudiantes, según se desprende del estudio del Observatorio del Sistema Universitario. Analizando la evolución de la financiación de la educación superior, vemos que avanzamos hacia un modelo universitario con menor financiación pública y cada vez más basado en la financiación de los estudiantes.
El peso de las matrículas y tasas sobre los ingresos totales han experimentado un ciclo muy marcado, con un mínimo en 2009, cuando representaban el 12,4 por ciento de los ingresos, y un máximo en 2014, cuando según las cifras provisionales han podido representar un 26 por ciento. Por otro lado, los ingresos por transferencias, que provienen mayoritariamente de las administraciones públicas, han experimentado un movimiento inverso, pasando de cubrir un máximo del 77,8 por ciento de los ingresos del sistema universitario catalán en 2009, a representar el 66,9 por ciento en 2012. Por su parte, el gasto universitario ha experimentado una caída del 21 por ciento entre 2009 y 2012.
Menos universitarios
Si situamos el sistema catalán en perspectiva internacional, en las universidades públicas catalanas el gasto universitario por estudiante era de 15.492 dólares equivalentes a paridad de poder adquisitivo, por encima de la media española y de la de los 21 países de la OCDE, aunque por debajo de la mayoría de los países de Europa occidental y América del Norte. El gasto universitario en Cataluña representa el 0,8 por ciento del PIB, inferior a la media de la OCDE (1,27 por ciento).
Otro de los fenómenos que remarca el estudio es el cambio de tendencia que se está experimentando desde 2011, cuando la proporción de población universitaria ha comenzado a disminuir por primera vez en 40 años. Se trata de un hecho inédito desde 1970, que podría derivarse de la subida de tasas. Desde 1970 se produjo un rápido crecimiento de la población universitaria, que permitió a España acercarse a los niveles europeos.
De 1999-2000 en adelante el ritmo de crecimiento de la población universitaria se redujo considerablemente, coincidiendo con el ciclo expansivo de la economía, mientras que a partir de 2008 volvió a aumentar rápidamente. El estudio señala que "a diferencia de los que había pasado en los años del boom inmobiliario y financiero, cuando un número considerable de estudiantes encontraban trabajo y abandonaban los estudios antes de acabarlos, con la crisis económica la falta de expectativas en el mercado laboral estimuló la incorporación de nuevos alumnos a los estudios de grado y máster". Pero a partir de 2011, el porcentaje de universitarios empezó a caer.