Jordi Pujol se sentó ayer en el banquillo ante la juez que investiga el origen de su fortuna en el extranjero, defendiendo, de la misma manera que hizo en su confesión del pasado mes de julio, que los casi cuatro millones de euros regularizados proceden de la herencia de su padre, Florenci Pujol.
Pujol, que llegó a la Ciudad de la Justicia de Barcelona en medio de una gran expectación, no aportó ningún documento para sustentar su declaración y excusó la falta de papeles por el hecho de que su padre hizo la fortuna de forma "ilegal" con el cambio de divisas.
De hecho, destacó que "no quiso vincularse" con este legado, ya que podría dañar su imagen política, recién elegido presidente de la Generalitat, y por este motivo no lo regularizó.
Fraude fiscal y blanqueo
El expresident, que está imputado por los delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales, aseguró que los fondos ocultados en el extranjero no provienen de la corrupción ni del "erario público" . De la misma manera que ya hizo en el Parlament, insistió en que el dinero que mantenía en Andorra corresponde al legado que su padre dejó a su esposa, Marta Ferrusola, y a sus hijos, pero no a él, por miedo de su actividad política. Según la versión que el político ha dado a la juez, Florenci Pujol no lo hizo constar en el testamento precisamente por su origen ilícito. Supuestamente, dejó a Marta Ferrusola un manuscrito en el que le instruía sobre cómo repartir el legado. Sin embargo, Ferrusola no aportó datos, ya que se negó a declarar. Sí que lo hicieron, también imputados por presunto fraude fiscal y blanqueo, sus tres hijos Pere, Marta y Mireia, que durante unas dos horas en conjunto han corroborado la versión de su padre sobre el legado millonario.
La supuesta herencia, de 140 millones de pesetas, se remonta a 1980. Desde entonces se ha multiplicado hasta los tres millones de euros en la actualidad. Pujol atribuye esta revalorización a inversiones financieras que la familia ha hecho en Andorra, donde estuvo gestionado por un amigo de su padre, Delfí Mateu, ya fallecido.
Pujol insistió en que decidieron no regularizar esos fondos durante más de 30 años por el miedo a la situación política. En este sentido, recordó su paso por prisión debido a su oposición a la dictadura franquista. Los hijos del expresidente se enteraron de que su abuelo les había dejado este legado en 1992 y durante unos años se encargó de gestionarlo el primogénito del matrimonio, Jordi Pujol Ferrusola.