Barcelona es la undécima ciudad del mundo que más turistas recibe y la tercera ciudad europea que más ingresos obtiene por este concepto, unos 11.000 millones de euros.
El comercio, que es parte del ADN catalán, es uno de los grandes atractivos para esos 15 millones y medio de turistas que la visitan cada año -más del 25 por ciento del total del conjunto de España-. Por eso, parece que es nadar contra corriente cuando, por ejemplo, la capital catalana sólo ha permitido levantar las persianas a los comerciantes tres domingos y festivos en todo el mes de diciembre, uno de los meses más fuertes del año debido a la campaña de Navidad.
Desde la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales defendemos los principios de libertad de empresa y, entre éstos, está el del libre establecimiento de horarios comerciales. Esta libertad no implica obligatoriedad, sino la posibilidad de que cada comerciante, dependiendo de sus circunstancias, decida si abre un festivo o no y a qué horas hacerlo. En definitiva, nuestra postura es la de posibilitar que cada negocio se gestione por sí mismo, sin priorizar a un tipo de comercio sobre otro. Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los comercios ubicados en los centros comerciales son pequeños -menos de 300 metros cuadrados-.
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