Nuestra estructura institucional y organizativa deriva de la monarquía absoluta, por tanto autoritaria, centralista y recaudatoria, la llegada de las diferentes republicas y de la actual democracia, incluido el texto constitucional, no han roto con el pasado sino que lo han modernizado, dándole un baño de condescendencia hacia el ciudadano.
Los tres poderes clásicos, traducidos a la española, convergen en el ejecutivo, como antes en el monarca, con el fin de organizar nuestro país de un modo que no se desmande, que todo quede bien atado y que los de siempre, eternamente, accedan y ejerzan el poder.
Con esta finalidad se crearon en su día los grandes cuerpos de altos funcionarios, abogados del estado, catedráticos, técnicos economistas del Estado, Jueces y Fiscales, Registradores y Notarios, Cuerpo Diplomático y otros que vienen marcados por su formación, su elección y su promoción. Son cuerpos de élite de los que se nutre la administración pública y política. Su preparación intelectual, además de ser correcta y elevada, es también muy conservadora y siempre pretende como objetivo mejorar los sistemas actuales, pero jamás generar algo nuevo, porque es peligroso, incierto e inseguro. Por encima de todo, el sistema actual debe prevalecer y continuar y si existen errores se mejoran, se perfeccionan pero siempre se parte de lo establecido, la innovación, como ya hemos dicho, es peligrosa. Estos cuerpos son endógenos y corporativistas y se integran y entremezclan con los dirigentes de las grandes empresas financieras, industriales o de servicios, de nuestro país.
Todo ello genera un entramado de poder que se convierte en una clase social privilegiada cuya misión, cuyo objetivo es que todo funcione lo mejor posible para que nada cambie y siempre ostente el poder el mismo grupo.
Según este modo de hacer es imprescindible que el ciudadano cumpla la ley, pague los impuestos y a cambio y de alguna manera de bebe tener los servicios adecuados al momento en el que vive, para que se halle moderadamente satisfecho y no genere inquietudes, al contrario, debe procurarse que su mentalidad sea cada vez más conservadora para que cualquier cambio o intento de cambio pretendido por parte de alguien, le genere inquietud y por tanto lo rechace de plano.
Esta descripción pesimista e inamovible de nuestra sociedad posee una salida que puede mejorar el sistema y modificar este statu quo tan perjudicial para el ciudadano de a pie. Es el hecho de que nos encontramos en un país democrático y no ante una monarquía absolutista o una dictadura y por ello, cada cuatro años los ciudadanos con nuestro voto podemos regenerar el sistema sin requerir iniciar una revolución siempre traumática.
Hoy estamos en uno de aquellos momentos en los que debe iniciarse un proceso de cambio profundo de todo nuestro sistema. No se requieren mejoras parciales, aditamentos superficiales, se requieren cambios profundos en todos los ámbitos y todo ello no pueden, por su propia naturaleza, establecerlos los de siempre. No pueden porque, simplemente les da pánico ya que con nuevos sistemas, pierden el poder ancestral. De qué modo podremos modificar el estatus de los notarios, de los registradores, de los jueces, de los catedráticos si hoy son ellos mismos quienes deberían modificarlos y ello es imposible porque significaría una traición hacia todo lo que es suyo, hacia todos sus compañeros.
Hoy debe venir o de fuera, o bien que los poderes actuales no vean otra salida que renovarse debido a la presión de una gran fuerza exterior que les impela a ello.
El aire de esperanza nos lo proporciona la misma naturaleza humana, la regeneración siempre viene desde abajo, aunque la lleve a cabo alguien de arriba. Nuestra sociedad, tarde, se mueve y aparecen nuevas ideas, nuevas personas que hacen mover al paquidermo llamado Estado, a sus representantes y a sus partidos con el fin de intentar adaptarse a un nuevo lenguaje y a unas nuevas demandas sociales.
Quien quiera entender este cambio que vive nuestra sociedad deberá adaptarse a él y si no lo hace se quedará fuera y lo perderá todo pero nunca nada volverá a ser como antes.