Cataluña

Un mundo financiero

Juan Carlos Giménez-Salinas, Abogado

Hasta el siglo XVIII los países desarrollados, Europa, vivimos de las guerras y de la agricultura principalmente, complementados con una industria artesana radicada en las ciudades. Durante los siglos XVIII y XIX se desarrolla inicialmente en Inglaterra, Alemania y Francia un sector industrial basado en el vapor que revoluciona las sociedades en las que se desarrolla.

Aparecen las masas obreras en semi esclavitud que generan un cambio social mediante la aparición de las teorías marxistas, los sindicatos y las huelgas reivindicativas. A su vez, los propietarios de estas industrias acumulan enormes capitales como nunca se habían conseguido que revierten a la sociedad en forma de avances tecnológicos y desarrollo urbanístico de las grandes ciudades y también en la creación de nuevas empresas complementarias o derivadas de las primeras. Este cambio brutal genera desequilibrios sociales y financieros origen de las crisis económicas del XIX y del XX, la primera y la segunda guerras mundiales, nuestra guerra civil y el desarrollo de Rusia al amparo de las teorías comunistas y el de EEUU bajo un capitalismo radical. Superados estos seísmos y consolidada la Unión Europea aparece a finales del XX y ahora mismo, el poder absoluto del dinero sobre todo lo demás. Las industrias siguen ahí, las nuevas tecnologías aparecen y se crean muchas empresas en base a ellas, pero por encima de toda esta actividad dominan las masas monetarias que son las auténticas propietarias de todas ellas, utilizándolas solamente par la obtención inmediata de rentabilidad. Estas ingentes masas monetarias que acumulan el ahorro mundial, los fondos de pensiones y la deuda de los países, precisan obtener ganancias en forma permanente para poder satisfacer los intereses del capital que administran y son los motores del mercado, adquiriendo y vendiendo empresas, industrias, deuda de estados diversos.

Estas enormes masas de capital que dominan la industria y muchos gobiernos, se hallan en pocas manos muy poderosas, manos que alteran los mercados a su antojo buscando solamente rentabilidad, ya que de otro modo pierden la confianza del inversor pequeño y mediano.

Estas enormes masas dinerarias solamente buscan rentabilidad inmediata, es su único objetivo y las consecuencias que derivan de sus acciones en el seno de las sociedades que adquieren o transmiten no las tienen en consideración porque no es su objetivo. Como en las guerras, los daños colaterales son inevitables y carecen de relevancia para tenerlos en cuenta.

Aquí es donde se encuentra el peligro actual y futuro de nuestras sociedades, caer indefensos ante el poder del dinero que se podría atajar controlando a quien decide el destino de estas masas de dinero insensibles y sin ideología. Si no se consigue confeccionar unas determinadas reglas de juego para encuadrar estas masas de dinero, nos encontraremos que serán los futuros dueños de nuestro mundo y tanto los pequeños gobiernos nacionales como las sociedades donde se hallan radicados, carecerán de autonomía suficiente para enfrentarse al poder omnímodo que ostentarán los gestores del poder financiero.

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