
La economía colaborativa ha llegado para quedarse. Recientemente, el sector del transporte con la aplicación Uber y el hotelero con el portal Airbnb han puesto el grito en el cielo en contra de estos nuevos negocios que ganan adeptos cada día. Es precisamente el modelo de negocio de Airbnb, que intermedia entre turistas y propietarios de viviendas, el que ha servido de inspiración a los fundadores de Cook Flat, plataforma que pone en contacto a particulares que ofrecen menús degustación en sus hogares con comensales.
"Perseguimos generar experiencias sociales a través de la gastronomía", explica Martí Segundo, cofundador de la plataforma. Segundo no considera que Cook Flat sea un competidor del sector de la restauración ya que "el 85% de los anfitriones no son profesionales de la cocina, pueden organizar un máximo de una oferta gastronómica al día y los comensales que asisten rondan entre los 2 y los 12".
Principales ciudades
En estos momentos, ya hay más de 300 personas en las principales ciudades españolas -como son Barcelona, Madrid, Valencia, Vitoria y Sevilla, entre otras- que han publicado unos 350 menús en la plataforma social, que cuenta con 1.200 usuarios registrados. Publicar una oferta gastronómica -cuyo precio fija el anfitrión- es gratuito y la web cobra una comisión del 10 por ciento que se añade al precio del menú y repercute en los comensales.
El portal inició su actividad el año pasado en la capita catalana y se ha extendido a lo largo de toda la geografía española. Además, está despertando el interés de ciudadanos de Chile, Argentina y Puerto Rico, que ya han empezado a publicar menús. Sobre la regulación de este negocio, Segundo considera que "se trata de una actividad nueva que a día de hoy no está regulada por ninguna normativa". La empresa, que genera una actividad de 33.000 euros al año, explica que paga sus impuestos correspondientes, pero el grueso del volumen de negocio va a parar a los anfitriones, a quien la plataforma aconseja a la hora de declarar los ingresos que obtienen de esta actividad, que de momento no está regulada ya que "hay un vacío legal".
Un 80 por ciento de los comensales son extranjeros y tan solo un 20 por ciento es público local, que persiguen en ambos casos un trato personal con los cocineros, con quienes interactúan para conocer su cultura gastronómica. Los comensales tienen una edad que ronda los 25 y los 45 años, apunta Segundo.