El departamento de Salud de la Generalitat catalana cerrará durante los meses de julio y agosto una media del 16 por ciento de las 13.072 camas que tienen los hospitales catalanes, lo que supone un total de 2.091 menos.
Esta cifra es "similar a la de 2012", según el director del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Josep Maria Padrosa, y el responsable del Área de Atención Sanitaria del CatSalut, Àlex Guarga. En su opinión, el cierre de camas "coincide con una tradicional caída de la actividad quirúrgica y de atención primaria en verano", cuando la actividad cae casi un 50 por ciento.
Sin embargo, los sindicatos sanitarios aseguran que la actividad no disminuye tanto como dicen los responsables de la Generalitat y denuncian que el cierre de camas y plantas hospitalarias también supone la eliminación de contratos y reducción de plantillas, lo que provoca una sobresaturación de los servicios médicos y el colapso de los servicios de urgencias en los hospitales.
Según fuentes sindicales, el cierre de las camas hospitalarias públicas está provocando que se deriven enfermos hacia los hospitales privados, a los que la Generalitat paga una cantidad de dinero por cada uno de los pacientes. Los sindicatos consideran que esta práctica no es correcta y recuerdan que el actual conseller de Sanidad de la Generalitat, Boi Ruiz, procede de la sanidad privada y dirigió durante años la patronal sanitaria concertada La Unió. Ayer esta entidad se alineó con la Generalitat y aseguró que el cierre de camas en verano en los hospitales catalanes es "una práctica habitual" ante la caída de la actividad y la disminución de profesionales disponibles.