Cataluña

Quince muertos negros

Han muerto quince hombres jóvenes llenos de vida e ilusiones cuando, por fin, y después de un largo y fatigoso viaje a través del desierto y de tierras desconocidas para ellos, llegaban a rozar las costas españolas.

Para ellos significaba conseguir los anhelos tantas veces soñados, una nueva tierra de promisión, esperanzas de una vida mejor para ellos y para los suyos, ya que una gran parte del dinero que ganarían en esta espléndida y rica Europa lo remitirían de nuevo a su país de origen para que su familia pudiera beneficiarse de su trabajo y mejorar todos ellos sus expectativas de futuro.

Tantos sacrificios, tantas ilusiones, de ellos y de sus familias, se han visto truncados al segarse sus vidas cerca de la orilla española o al encontrarse con una bala de goma disparada al azar contra el agua.

Este relato no pretende ser sentimental, pretende decir que un país rico como el nuestro, en comparación con el de estas gentes que llegan, no puede actuar como si nada hubiera ocurrido. Nuestro país, nuestros conciudadanos, no pueden mirar hacia otro lado cuando ocurren estas barbaridades. No podemos actuar como el rico egoísta, deshumanizado y perverso que ignora aquello que no le interesa o que no perjudica sus intereses.

Este asunto se trata en nuestro país como un tema de lucha política entre el Gobierno y la oposición, se utiliza como arma de desgaste y los medios de comunicación apenas lo tratan.

El gobierno no puede ignorarlo porque no es un tema político, es un tema humano de gran envergadura. No puede argüir que no sabía, que se descontroló el asunto, que se trató mal.

Porque detrás de todo ello hay quince cadáveres jóvenes cuyas vidas truncadas además de generar una gran tristeza a sus familias, eran la esperanza de muchas personas que esperaban sus remesas de dinero como el maná, como la única salida a su secular pobreza y nosotros con nuestro mal hacer hemos truncado este futuro.

No podemos tratar este asunto como una noticia más que dentro de quince días nadie recuerda, deben existir responsables que respondan con su cese o dimisión y deben tomarse medidas para que un caso como estos no vuelva a ocurrir nunca más.

Una sociedad cualquiera y también la nuestra no merece existir ni ser defendida si actúa como ha actuado en este caso. Con el fin de paliar en algo el daño debe indemnizarse a las familias de los difuntos y debe responsabilizarse a quien ha actuado de este modo para que jamás se repita un caso igual.

Estas muertes no han ocurrido por un accidente, han sido provocadas y buscadas y este modo de actuar en nuestro código penal está tipificado como homicidio.

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