Tener una conversación sobre Cataluña, su idiosincrasia y sus pretensiones es como hablar de religión con cualquier persona, después de mucho dialogar, especular e intentar comprender o convencer al interlocutor, cada cual se queda con su idea inicial sobre la cuestión. Ideas asumidas desde lo más profundo del pensamiento de cada persona, arraigadas y permanentes.
Los nacionalismos y las religiones, además de aprenderse desde la cuna, son sentimientos que se encuadran con el carácter de cada persona. Además y al parecer, la persona se debe al lugar en el que nace y parece que traicione aquella tierra si posee un pensamiento diferente al imperante en aquel lugar.
Además de estas características debe añadirse el profundo desconocimiento mutuo entre lo catalán y lo español. Desconocimiento que produce estupor ya que en el pensamiento y en el argumentario todos son estereotipos y lugares comunes.
Todos estos ingredientes son maravillosos para poder ser utilizados por políticos oportunistas ávidos de gloria que manipulan y distorsionan los sentimientos tan arraigados en la sociedad.
Sinceramente creo que el President Más se ha equivocado y ha cometido un error irreparable al no tener una alternativa a su política suicida y digo suicida porque hoy por hoy Cataluña no puede dejar de ser parte de España.
Esta afirmación tan rotunda contiene una excepción, podrá llegar a ser independiente si el Gobierno de Rajoy sigue actuando como lo ha venido haciendo hasta la fecha. En resumen, el Govern de Más sigue avanzando, paso a paso y el Gobierno de Rajoy sigue paralizado.
Este asunto, la cuestión catalana, no es de aquellos que el tiempo los resuelve. No es de aquellos que el no actuar, el no hacer, provoca el fin del problema.
Mucho se ha hablado del modo de actuar de Rajoy que unos halaban y otros critican, de su abulia, su racionalidad en la inacción, su pericia en administrar los silencios. Aquí todas estas estrategias y modos de hacer son inútiles ya que se trata de sentimientos muy profundos y ajenos a toda razón, jaleados por políticos mediocres y egoístas pero eficaces. Esta excepción a la imposibilidad de conseguir la independencia puede darse si el Gobierno de Madrid continúa llevando a cabo esta política invisible a los ojos de los hombres, con respecto a este tema.
La cuestión catalana solamente acabará cuando ya no exista España, cuando nos hallemos integrados en Europa plenamente y éste no sea ningún problema para Cataluña porque habrá desaparecido su enemigo. Pero hoy y a corto plazo tenemos un problema que resolver y como al parecer el PP y el PSOE acercan posiciones sobre este tema yo me apunto a que se modifique nuestra carta magna para que contemple esta realidad y de este modo podremos alejar mayores peligros.