Cataluña

Terroristas y delincuentes en la calle

Juan Carlos Giménez-Salinas, Abogado

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo le ha dicho a nuestro Gobierno que la interpretación y cálculo de las penas que dictaminó nuestro Tribunal Supremo, la famosa doctrina Parot, no es correcto y por ello los presos que superan las penas contempladas en nuestro Código Penal deben salir a la calle.

 Todos los presos que han salido llevan un montón de años en nuestras prisiones, tanto los delincuentes comunes como los terroristas, pero la sociedad percibe que muchos de estos terroristas carecen de sentimiento de culpa por los crímenes que cometieron y muchos de los delincuentes comunes hasta niegan los delitos por los que se les condenó.

Todos nosotros nos preguntamos para qué sirven las penas de cárcel.Unos teóricos nos indican que para escarmentar o amedrentar a la sociedad en general, otros que para preservar a la sociedad de individuos que perturban su normal desarrollo, otros que para redimir y reinsertar al delincuente. Pero a la vista de la realidad vemos que todo puede fallar ya que cuando cumple la pena el delincuente puede volver a reiniciar su vida delictiva y el terrorista con sus ideas revolucionarias y el enfermo sexual con su conducta violenta y cruel.

Pero la ley es la ley y es mejor cumplirla, aunque sea deficiente, que saltársela en algunos casos y por ello salen de las prisiones los enfermos y los irredentos.

Es un tema sin resolver. Hace muchos años a muchos delincuentes se les consideraban enfermos mentales, se les llamaba locos y no se les juzgaba porque, de acuerdo con la ley, eran inimputables, pero se le encerraba de por vida en un manicomio. Hoy este método se considera cruel y prevalece la idea de la redención del reo y la inexistencia de la locura permanente e incurable, cuando la realidad nos lo niega cada día.

Aquellos métodos fueron rechazados, con razón, porque daban lugar a encierros de por vida simplemente para eliminar a una persona de la toma de decisiones. Pero los actuales requieren una revisión porque nos pasamos por el otro lado, una violación, una víctima, se convierte en un daño colateral necesario, ya que el último fin es redimir y reinsertar al delincuente. La víctima tiene una importancia menor, se produce el hecho delictivo y se detecta en aquel momento la peligrosidad del delincuente y a partir de aquel momento se inicia la terapia con el fin de reinsertar al insociable.

Debemos estudiar la posibilidad de admitir la existencia de personas irrecuperables, quizás las menos, pero debemos arbitrar un sistema que resuelva estos casos en beneficio de toda la sociedad.

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