
Hace unas semanas que la Generalitat hizo público que está estudiando la posibilidad de gravar los pisos vacíos en manos de entidades bancarias y de empresas promotoras con el objetivo de incentivar que se pongan en el mercado de alquiler.
Hay que decir alto y claro que si los pisos no se venden no es porque las empresas promotoras no quieran hacerlo, sino por la crisis y la falta de crédito. Alguien puede pensar, acertadamente además, que mejor tener estos pisos alquilados que vacíos. Es cierto, pero la posibilidad de alquilar no concuerda con las cláusulas hipotecarias que las empresas promotoras tienen con las entidades bancarias puesto que no lo permiten, dado que el alquiler tiene que cubrir la cuota de amortización y los intereses, por lo que el precio final del alquiler estaría muy por encima del mercado, esto sin mencionar que el alquiler no permite deducir el IVA que ya se ha pagado por la vivienda que estaba destinada a la venta.
¿Qué puede ocurrir si las viviendas desocupadas en manos de entidades bancarias y empresas promotoras son penalizadas fiscalmente? En la banca está por definir, pero para las empresas promotoras abocar a muchas de ellas al concurso de acreedores y agravar todavía más el problema de la vivienda y del paro.
Está claro que desde el punto de vista social, el problema de la vivienda es una de las cuestiones más urgentes que se plantean en nuestro país. Es irreal pretender un desarrollo de la familia sino está resuelto el problema de la vivienda. Posiblemente por eso las administraciones en general le adjudican una consideración social, que evidentemente tiene. Pero no es la única para entender en toda su magnitud el que es y significa la vivienda.
No hay que olvidar que la vivienda es un bien de consumo y un activo. Cómo bien de consumo representa un servicio, y como activo puede aportar al propietario una rentabilidad a través de su alquiler, o una posible ganancia de capital en caso de una venta posterior. Una cosa es que le adjudicamos un valor de uso y otro muy diferente el que tiene como valor de cambio.
La vivienda es también el resultado de un proceso industrial que produce un bien que satisface una necesidad de la población, pero también es un bien que permite ser transmitido, ser vendido a incorporando el valor que puede llegar a generar. Es decir, estamos inmersos en un sistema donde domina la economía de mercado; y las características específicas de este modelo económico hacen que la vivienda sea un elemento en forma de ahorro del capital. Aún en tiempo de crisis.
Hace unos días que el Instituto Nacional de Estadística ha hecho públicos los datos del Censo de Población y Viviendas correspondientes a 2011. Estas cifras confirman que en España hay un total de 25.208.623 viviendas, 4.262.069 más que hace una década.
De estas viviendas, el 71,7% de ellas son principales y el 14,6% son secundarias. El porcentaje restante, un 13,7%, están vacías. Esto supone que España cuenta con un total de 3.443.365 casas no habitadas, un 10,8% más que en 2001.
El mayor porcentaje de viviendas vacías respecto al total se encuentra en Andalucía (18,5%), la Junta andaluza ha aprobado un decreto que contempla la expropiación temporal de viviendas que se encuentran inmersas en un proceso de desahucio. Después de esta comunidad, en la lista aparecen la Comunidad Valenciana (14,7%) y Cataluña (13%), mientras que en el lado opuesto se encuentran La Rioja (1%), Navarra (1%) y Cantabria (1,4%). Los mayores incrementos se han dado en Murcia (31,1%) y La Rioja (27,4%). Por el contrario, el número de viviendas vacías ha disminuido en los últimos diez años en las comunidades autónomas de Madrid (43.277), Baleares -14.280), País Vasco (13.284) y Cataluña (4.565).
Para añadir más datos a un hipotético debate, conviene analizar en qué grado de conservación se encuentran las viviendas que están vacías. Según el INE, el estado en el cual se encuentran las viviendas principales es, en general, satisfactorio habiendo mejorado en los últimos 10 años. En cifras, sólo el 5,6% de estas viviendas no se encuentra en buen estado, frente al 8,7% de hace una década.