Históricamente la cívitas política en Cataluña tenía dos pilares: el Partido Socialista y Convergencia y Unión? más la anecdótica periclitante del independentismo romántico (Esquerra Republicana) y el comunismo agónico, reconvertido en ecologismo (Iniciativa por Cataluña, ex PSUC).
También se asumía el esquizofrénico comportamiento del Partido Socialista que tras ganar todas las elecciones españolas? perdía todas las autonómicas. En realidad el PSC era un mixto incongruente de dirigencia nacionalista y electorado? del PSOE.
Y en estas llegó la derrotada victoria socialista que colocó a Pascual Maragall al frente de la Generalidad en un disparatado tripartito. Disparate acrecentado por el adanismo maragaliano y su Estatuto que sin interesar a nadie se convitió en el principal problema para Cataluña y España. Los socialistas no se enteraron de que al querer ser la vanguardia nacionalista empujaban a la radicalidad de Esquerra a los convergentes y a Esquerra, en consecuencia, al independentismo furibundo. Y en esas estamos.
Por su parte el presidente Mas, como a Don Quijote, se le embebió el seso en la gran manifestación del 11 de septiembre. Y pensó que aquel pueblo elegido (para la independencia) requería de un Mesías. Y desde entonces Mas-Moisés cumpliendo el programa de Esquerra? le está haciendo la mejor campaña. Convergencia repite hoy la misma barbaridad que antes hiciera el PSC. Ambos caminan sin pausa hacia su propia irrelevancia. El problema no es que el PSC o CIU hagan de mamporreros políticos de otras fuerzas. La tragedia es que mientras contemplan su propio ombligo, Cataluña padece una grave crisis económica, incrementada en una profunda crisis social por la frivolidad de sus líderes. Estoy seguro que saldremos de la primera. De la segunda lo haremos tras haber creado, tan artificial pero realmente una difícil recomponible quiebra social.
