Cataluña

Silencios y mentiras de nuestros políticos

Juan Carlos Giménez Salinas, Abogado

Los políticos mienten y mienten todos en algún momento. Me pregunto si es necesario que mientan o por el contrario podrían decir la verdad, aunque les comprometiera. La ciudadanía podría entender la verdad y admitirla mucho mejor que la negación de los hechos o la mentira sobre los mismos.

Es indudable que el político debe silenciar la toma de decisiones futuras o bien hechos que podrían desembocar en temores colectivos. Ejemplos de ellos hay a miles, desde la subida de los precios, bajadas de sueldos o pensiones, a tomas de decisiones sobre finanzas o impuestos o bien plagas o epidemias pendientes de diagnosticar en su gravedad.

Pero en otras ocasiones mienten sobre hechos que han protagonizado y que son fáciles de probar. Hechos que han aparecido en los medios de comunicación imputables a un determinado político y preguntado sobre ellos, los niega rotundamente, cuando todo el mundo sabe que son verdad. Los niegan todos los políticos hasta que no son condenados por un tribunal por aquellos hechos, dándolos por ciertos y probados.

El político mentiroso, solamente por este hecho se desacredita como político y como persona y debería ser inhabilitado de por vida para la política. Ejemplos de estos políticos los tenemos en todas partes y en todos los partidos, los alcaldes de Lloret y Sabadell, todos los imputados por las ITV, todos los del Gürtel, todos los del caso Palau y suma y sigue.

Después existen otros que se atreven a interpretar decisiones judiciales categóricas, modificándolas y manifestando que no quieren decir aquello que es evidente, si no que dicen cosas distintas y que nada de ellas les atañen. Ejemplo de ello es el acuerdo judicial en el caso Pallarols interpretado por los líderes de Unió.

Todos estos políticos nos consideran niños pequeños o peor aún, adultos a los que se les debe engañar por su propio bien. También cabe otra interpretación menos benévola, que obran y hablan de este modo porque si dijeran lo que nosotros pensamos, deberían abandonar sus cargos de inmediato y carecen de futuro fuera de la política.

En fin que a la vista de nuestra triste realidad política nos queda mucho camino que recorrer para convertir nuestro país en adalid de la franqueza pública.

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