
Francisco X. Salazar preside la Comisión Reguladora de Energía de México (CRE) y, a la vez, es presidente de la Asociación Iberoamericana de Entidades Reguladoras de la Energía (ARIAE). Esta organización agrupa a los países de forma voluntaria y cuenta con la presencia de la mayoría de estados de Latinoamérica, a excepción de Cuba, Paraguay y las Guayanas.
Se enfrenta Latinoamérica al reto del crecimiento económico en un momento en que el cambio climático es una amenaza para el Planeta. ¿Debe apostar este continente por energías limpias?
Mire, creo que la matriz energética de Iberoamérica ya es un modelo bastante limpio, exceptuando México. Por ejemplo, en Brasil el 80 por ciento de la capacidad de producción que tiene instalada es energía hidroeléctrica de origen limpio. Paraguay tiene el cien por cien y Argentina, el 65 por ciento. Pero es que, además, el potencial de la energía hidráulica en Iberoamérica sólo está utilizado en un 30 por ciento, por lo que todavía queda mucho recorrido. Luego existen tecnologías más caras, como la eólica o la solar, cuya generación de energía no es continua, pero que se pueden complementar con ciclos combinados de gas o incluso con la energía hidráulica, con la que hacen un buen binomio.
¿Y México?
Es la excepción. Dependemos en un 80 por ciento de los combustibles fósiles y debemos invertir más en energías renovables. Es una oportunidad de desarrollo económico para el país. Además, hemos de actuar sobre la demanda.
¿Sobre la demanda?
Si en México hemos conseguido crear un sistema de energías renovables que no están subsidiadas y es ahí donde las compañías españolas como Gas Natural Fenosa, Endesa (a través de Enel) Iberdrola, Acciona o Gamesa han tenido un papel considerable.
Aquí en España las renovables siempre han pedido sus primas. ¿Cómo lo han hecho?¿Subiendo las tarifas?
Es cierto que en México tenemos unas tarifas elevadas, pero también contamos con unos recursos naturales muy buenos y nos hemos sumado a la energía solar en un momento en el coste tecnológico se ha reducido. Pero además la Comisión Federal de Electricidad ha puesto en marcha dos elementos regulatorios para estas energías: el Banco de Energía y el autoabasto. El banco permite a los productores hacer un balance contable entre la energía generada a precio de tarifa en el punto de interconexión y la vendida cada día.
¿Y este modelo no le genera déficit al Estado como en España?
Normalmente, las posiciones cuadran, pero si hay un desfase esa energía o se pierde o se vende a un 85 por ciento del coste marginal.
¿Y el autoabastecimiento?
Es una figura que está funcionando muy bien y que debe permitir a México cumplir el objetivo de lograr reducir muy notablemente su dependencia de las fuentes fósiles de energía en 2024.
Para lograr el desarrollo de infraestructuras energéticas en Iberoamérica se debe recurrir a capital foráneo, pero, últimamente, las actuaciones de Argentina, Venezuela y Bolivia contra intereses de empresas españolas no favorece esas inversiones. ¿Cómo lo valora el regulador que debe velar por la seguridad jurídica?
El sistema energético iberoamericano requiere de inversiones masivas cuya rentabilidad necesita un periodo de maduración entre 15 y 20 años. Los estados no pueden realizarlas directamente porque tiene temas mucho más importantes que atender como la educación, al sanidad o la seguridad. Si un estado toma la decisión de nacionalizar determinadas activos, el inversor tiene que asumir las pérdidas, pero ya está. Sin embargo, la incertidumbre generada perjudica mucho más a los estados, que ya no podrán obtener recursos externos, que a los propios inversores.
Y hablando de incertidumbre, ¿cómo se ve desde fuera las modificaciones en el regulador del mercado de energía español?
Desde fuera no se entiende que España quiera unificar todos los reguladores en uno sólo. Creo que es una decisión tomada bajo unas circunstancias de crisis. Cuando se legisla bajo estrés hay que ser muy cuidadoso para no afectar a la certidumbre y seguir siendo eficientes. Esperamos que marco institucional siga siendo estable y que las competencias sobre el mercado energético español siga siendo regido por especialistas.
¿En qué momento se encuentran las relaciones entre Pemex y Repsol?
Entre las dos compañías hubo un problema, pero ya se solventó con el anterior Gobierno. Ahora con la nueva administración creo que Repsol y Pemex pueden volver a colaborar para lograr benéficios comunes.
Precisamente, Pemex está en un proceso de reunificación de filiales para modernizar su estructura societaria. ¿El regulador mexicano que usted preside va a fijar algún limite a la operación?
Es una decisión de Pemex que corresponde tomarla a su consejo. Yo, en mi papel de regulador, he advertido sobre los subsidios cruzados que pueden afectar a determinadas filiales y que van contra la competencia. En concreto, pediremos que toda la actividad de transporte se segregue para no afectar a la competencia. El resto está bien.