
Los resultados de las elecciones autonómicas en Andalucía y en Asturias, que por cierto generan gobiernos complicados, han ocultado el impacto del congreso de CIU y no debemos olvidarlo porque es el partido que nos gobierna y el más votado en Cataluña.
Como primera consecuencia observamos que su militancia, sin pensárselo dos veces, aboga por la independencia de Cataluña y sus dirigentes, políticos más responsables, defienden un soberanismo gradual. Menos mal.
Tenemos enormes problemas de toda índole. Cataluña es la autonomía que registra una mayor deuda pública, tiene un paro desbocado, empresarios que no emprenden y una administración superpoblada plagada de simpatizantes de todos los gobiernos que nos han gobernado. También hay empresas públicas o semipúblicas creadas para sortear los rigores de la contratación pública o bien disimular su déficit. Todo ello, al parecer, es una minucia comparado con el excelso sentimiento patriótico. Los problemas reales de nuestra sociedad se ocultan y postergan porque no son prioritarios.
Esta vez los dirigentes han frenado las pasiones patrióticas porque se dan cuenta que nuestro país se halla inmerso en un gravísimo problema que si no se resuelve, las ansias independentistas se postergarán sine die ya que, antes necesidades mucho más perentorias, nadie la reclamará.
Nuestro gobierno autonómico, el catalán, ha tenido desde los últimos años de Jordi Pujol, un desprecio absoluto por las cuentas públicas. Desde aquellos años y los psicóticos del tripartito, primó la política. El dinero no se consideraba, existía y alguien ya lo cubriría y con este pensamiento aquí hemos llegado, a tener 40.000 millones de euros de déficit que no cubriremos en generaciones.
Toda esta gente que pretende la independencia ¿cómo se cree que se paga todo este dispendio? Este alocado gastar por parte de la Generalitat, si no existiera el papá Estado, tan denostado, tan odiado, cómo se cubriría.
Espero que el desastre de los últimos años de nuestra gestión pública no se repita en siglos porque primero que debemos hacer para poder exigir mayor libertad e independencia es no pedir nada a nadie, ser autónomos. Quien pide más libertad debe demostrar que puede ser libre. Han de pasar muchos años para que los catalanes podamos pedir algo más que el que alguien nos compre deuda pública para poder sobrevivir.