Las exportaciones españolas batieron su récord en 2011. Fue la reacción empresarial a la caída de ventas en el mercado nacional. Las empresas piden más y mejores ayudas, pero, sobre todo, una menor dispersión.
Si hay un dato positivo en el balance del ejercicio 2011 es el del comercio exterior, las exportaciones crecieron un 15,4 por ciento, hasta situarse en unos 214.500 millones, mientras que las importaciones limitaron su aumento al 9,6 por ciento, favoreciendo que el saldo exterior español redujera su específico déficit un 11,4 por ciento.
Detrás de estas cifras, hay miles de empresas que han decidido ponerse el mundo por montera para captar nuevos clientes y contrarrestar así la caída del mercado nacional y asegurar supervivencia.
El éxito de la campaña exportadora está siendo rentabilizado por todos los niveles de la Administración Pública española (Estado, autonomías, diputaciones y ayuntamientos) y por multitud de organizaciones empresariales que han tejido una tupida red de apoyos para las empresas que contemplan tanto las ayudas economías, como asesoramientos especializados.
Y lo cierto es que todos ellos tienen su cuota de participación en esta buena noticia. Sin embargo, esta multiplicidad está siendo muy cuestionada por la descoordinación que implica y por el sobre coste de fondos públicos que conlleva. Para muestra un par de botones.
España cuenta desde el Ministerio de Exteriores con 129 embajadas y 193 consulados; el Ministerio de Economía e Icex con 98 oficinas comerciales y 13 centros de negocio; o desde las comunidades autónomas ahora hay 130 delegaciones en el extranjero, más un sinfín de oficinas de cooperación, centros regionales en el exterior, etc.
Desde otra perspectiva, organizan misiones comerciales a otros países: el Icex, todos los gobiernos autónomos, algunas diputaciones, las cámaras de comercio, más un sinfín de organizaciones patronales y asociaciones empresariales sectoriales. A veces en dichas misiones participan varios agentes y en otras van en solitario.
En su lado práctico esto se traduce que en ciudades como Bruselas, Nueva York o Sao Paulo haya casi una veintena de oficinas bajo pabellón español; o que las empresas se vean en la necesidad de tener que elegir entre diferentes misiones comerciales simultáneas.
Coordinación y marca España
Los clientes finales para los que se crean todas esas ayudas y delegaciones internacionales, que son las empresas, vienen quejándose desde hace tiempo de las duplicidades y la descoordinación existente.
Así se constata al hablar con patronales y cámaras de comercio.
El vicepresidente de la Asociación Regional Valenciana de Exportadores de Transformados (Arvet), Juan Carlos Cebriá, opina que las duplicidades del Icex y las oficinas autonómicas "desconciertan a las propias empresas". Aboga por unificar la gestión de estos organismos y por "potenciar el made in Spain, hacer una marca fuerte y no estar peleando fuera con que esto se fabrica en Valencia o en Cataluña".
El Consejo Andaluz de Cámaras de Comercio, a través de su secretario general, Antonio Mº Fernández, se muestra tajante al afirmar que "se impone concentrar todos los esfuerzos que realizan todas las administraciones e instituciones en actuaciones conjuntas, concentrarlo en una misma línea en beneficio del empresario". Igualmente estima "muy importante potenciar la marca Spain-España" eliminando las marcas autonómicas "que no tienen fuerza en mercados globales de la dimensión de China, por ejemplo". A su juicio se debe "poner a España de moda permanentemente, el beneficio es mucho mayor para todos".
Un planteamiento similar defiende el vicepresidente de la patronal de Castilla y León, Santiago Aparicio, para el que "hay que definir muy bien el papel de cada uno para evitar duplicidades", al tiempo que reclamó que se escuche la voz de las organizaciones empresarial es en el diseño de las políticas de apoyo a la internacionalización.
Para Aparicio también es vital "fomentar la marca España como principal arma para potenciar las exportaciones". Optimizares la palabra clave para el director de relaciones Internacionales de la Confederación de Empresarios de Aragón (CREA). "En ocasiones lo que hay no se conoce o no se está coordinando adecuadamente". Por eso recalca la necesidad de "optimizar de lo que se dispone", que es la mejor forma de "conocer lo que hay".
Eduardo García de Aguinaga, responsable de Internacionalización de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberak) "desde la propia empresa no hay capacidad de absorber toda esa disparidad de ayudas o incluso de abordarla", de ahí que las cámaras hayan asumido labores de asesoramiento sobre las ayudas que existen y cómo acceder a las mismas.
Lo público inicia la ordenación
La crisis y la necesidad de recortar gastos públicos ha hecho que la lógica se empiece a aplicar. Se impone eliminar lo superfluo, concentrarse en la prioritario y maximizar los recursos existentes.
Esta máxima ha pasado a encabezar el nuevo Ministerio de Asuntos Exteriores. Así, su titular, José Manuel García-Margallo, explicó en una comparecencia en el Congreso de los Diputados que va a revisar la arquitectura de embajadas y consulados con este fin. "En este sentido -indicó-, será probablemente necesario acometer el cierre de algunas de nuestras unidades de despliegue exterior, destinando los recursos materiales y de personal que se liberen a la apertura o reforzamiento de otros que hoy resultan de mayor prioridad. Dentro de este criterio de austeridad y eficacia, el ministro indicó que ya ha iniciado los contactos con el nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior para ver fórmulas de incorporar funcionarios españoles a las delegaciones UE en los países en que España reconsidere su despliegue de embajadas y poder mantener los servicios con menores costes.
Asimismo, se plantea una mayor relación y coordinación entre los Ministerios de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Economía y Competitividad (Icex), con la máxima de que en todos los países en que estén presentes deba haber un área de acción comercial.
La filosofía de compartir estructuras, para reducir gastos, pero sin reducir servicios, se ha trasladado también desde el Gobierno central a las comunidades autónomas.
La red de embajadas autonómicas en 2010 se componía de 186 oficinas, con un coste estimado de cerca de 150 millones. Con motivo de la crisis esta red se ha reducido a 130 oficinas, reordenación que no ha hecho más que empezar. Los Ministerios de Exteriores y Economía han propuesto a las comunidades apoyarse en la red exterior de española para maximizar recursos y evitar la multiplicidad de sedes en un mismo lugar.
La oferta del Gobierno central por ahora ha sido aceptada públicamente por las comunidades de La Rioja, Galicia y Valencia, mientras que otras la están analizando. Sin embargo, otras comunidades como Cataluña y País Vasco no van a ir por esta línea. La Generalitat de Catalunya piensa mantener su política exterior, apoyándose en sus infraestructuras y en su propia marca, aunque no descarta racionalizar parte de sus estructuras.
Por su parte, Gobierno vasco. El Ejecutivo considera que su red exterior es un "modelo de éxito" y por lo que lo mantendrá, aunque se muestra abierto a "hablar y colaborar para dar mejor servicio a las empresas".
Adecuar los incentivos
Todas las organizaciones empresariales piden que se revise todo el catálogo de ayudas y se adapten a las necesidades reales de las empresas, y para ello reclaman que se les consulte y tenga en cuenta en el diseño de las nuevas políticas.
De lo que casi nadie habla, pero que vital para salir al exterior, es la carencia de personal en las empresas que hable idiomas. Así lo constatan desde la Cámara de Barcelona, "el desconocimiento de idiomas es una gran barrera. Sería útil para las empresas programas de reciclaje profesional por parte de las Administraciones".