
Antibióticos ha sido una firma histórica en la economía leonesa. La compañía, que llegó a ser la primera de la provincia, ha ido sufriendo un paulatino decaimiento por los cambios en el mercado farmacéutico y por la sucesión de gestores incapaces de encontrar las fórmulas para hacerla viable.
El paso del último propietario de la compañía, Daniel Pucci, un pintoresco personaje, ha sido la gota que ha colmado el vaso y a la compañía sólo le quedaba la opción de ser comprada para evitar su desaparición definitiva.
Y en este proceso, la participación de los sindicatos, a excepción de USO, ha sido inaudita. Sólo la irracionalidad explica el empeño del comité de empresa por estrangular las pocas oportunidades de supervivencia de la compañía.
Fueron esos mismos sindicatos los que durante los últimos años se han convertido en sostenedores de Puzzi, creyéndose sus cuentos de quimera una y otra vez pese a que cada promesa venía seguida de un sonoro incumplimiento.
Y han sido esos dirigentes sindicales los que han terminado por espantar al empresario Gerardo Gutiérrez, dueño de Gadea, de la puja por la compañía. Su oferta era real y sólida pero "sólo" comprometía mantener un centenar de empleos, la mitad de la actual plantilla.
Gutiérrez ha dado muestras más que sobradas de excelencia empresarial y por si fuera poco tenía un compromiso personal por su condición de leonés. Sólo así se entiende que se haya metido en un avispero del que tenía pocas posibilidades de salir indemne.
Pero UGT y Comisiones Obreras han terminado por decantarse por un fondo de capital riesgo apoyando una fórmula que tradicionalmente han criticado y han estigmatizado.
El futuro de Antibióticos está en el aire y los sindicatos deberán asumir su responsabilidad en lo que ocurra. Porque se la vamos a pedir si finalmente la compañía queda para el desguace y la plantilla se queda finalmente sin ninguna posibilidad de volver a tener un trabajo.
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y León