
Castilla y León cerró agosto como la Comunidad con mayor caída de las ventas del comercio minorista de toda España, un 9,2 por ciento, más del doble del 4,2 por ciento que anotó la media nacional. Suman ya 38 meses consecutivos de bajadas en un sector muy atomizado que no encuentra remedio a su agónica situación.
Desde el Gobierno se impulsa desde hace varios meses una liberalización comercial que no termina de arrancar. Es significativo que sólo dos de las nueve capitales de la región -Valladolid y Ávila- se acogiesen a la medida en un primer momento y, en el primer caso, "incentivada" por la chequera del Gobierno.
De nuevo surge otra oportunidad para acogerse a la plena capacidad de abrir los locales comerciales sin ninguna restricción horaria. La capital salmantina se suma ahora ¿Se trata de una medida impulsada por los comerciantes? Ni mucho menos, más bien parece que se trata de una forma de detener el impacto que sobre los centros comerciales de la ciudad del Tormes está teniendo la apertura del centro Río Shopping, promovido por Ikea, en el pequeño municipio de Arroyo de la Encomienda.
Esta localidad también solicitará la plena libertad comercial y el temor a que el trasvase de clientes sea aún mayor ha movido al alcalde salmantino a ponerse a la cabeza de la manifestación. También el Ayuntamiento de Valladolid parece haber encontrado en la "amenaza" de Río Shopping un argumento para estudiar la ampliación de la liberalización más allá del centro histórico, donde ahora rige la medida. Durante los escasos meses que ha tenido efecto la liberalización en la capital del Pisuerga no parece que haya sido un dechado de éxitos. Al menos, carecemos de datos oficiales para valorarlo y nos tenemos que consolar con las apreciaciones de los vecinos de la zona, que no son precisamente para tirar cohetes.
La falta de buenos resultados hace colegir que las virtudes liberalizadoras a las que se están apuntando Valladolid y Salamanca responden sólo a una guerra entre las grandes cadenas. Los pequeños comerciantes siguen siendo los perdedores.
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y León