Después de 20 años, la patronal vallisoletana estrena liderazgo en la figura de José Antonio de Pedro. El empresario vinculado al sector de la madera es un reconocido discípulo de su antecesor, Manuel Soler. Esto le obligará, más que en cualquier otro caso, a marcar de forma nítida su propio estilo y que no parezca que quien sigue mandando en la Confederación Vallisoletana de Empresarios es su antiguo presidente.
Los comienzos no son demasiado halagüeños. La decisión de que Soler siga presidiendo la Fundación de la patronal es una seria amenaza para que el nuevo responsable de la CVE evite trasladar una imagen de dependencia de quien ha sido su mayor valedor en el proceso electoral que le ha llevado a su nuevo cargo.
Soler, a su manera, ha sido un digno representante empresarial durante su largo mandato. Con su particular estilo se ha hecho merecedor de una imagen de independencia que, según lo visto con el descarado apoyo del Ayuntamiento de la capital a Antonio Rodríguez, el efímero contrincante de De Pedro que apenas duró unos días en la carrera electoral, no es una tarea fácil.
Las llamadas que Mercedes Cantalapiedra, concejala de Turismio y mano derecha del alcalde, Javier León de la Riva, realizó en defensa de Rodríguez revelan que el poder político sigue queriendo estar presente en todos los estamentos sociales y económicos.
Cantalapiedra ha hecho un gran favor a De Pedro. Con su intromisión, ha provocado una reacción de apoyo del empresariado hacia su figura. Pero además ha contaminado de raíz las relaciones municipales con el máximo representante de la patronal. De Pedro deberá ahora ser especialmente hábil para recomponer los canales de comunicación para no privar a los afiliados a la CVE de una colaboración más que necesaria, sobre todo en tiempos de crisis.
Y de paso, poner fin a la guerra soterrada con la Cámara de Comercio e Industria, que preside José Rolando Álvarez. Seguro que todos sabrán estar a la altura.
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y León
