Castilla y León

Adiós a un histórico defensor de las pymes

Manuel Soler abandona la presidencia de la patronal vallisoletana. A diferencia del tango, veinte años han sido mucho para el movimiento empresarial de la mano de este dirigente políticamente incorrecto, nada amigo de las mordazas y valiente, muy valiente, ante las todopoderosas administraciones.

Durante este tiempo, Soler ha colocado a las pymes en el mapa del movimiento asociativo empresarial. Ha sido su voz y su mayor defensor en tiempos boyantes y en épocas de vacas flacas como las que vivimos. Y no se ha andado con remilgos a la hora de enfrentarse al Ayuntamiento, a la Junta de Castilla y León, a la intocable Universidad o al sursum corda si ha sido preciso.

Como también ha sido el gran valedor de Valladolid frente a la calculada ambigüedad de partidos e instituciones regionales, siempre cautelosas y condescendientes con la amenaza del segregacionismo y del victimismo provinciano.

Con sus luces y sombras, ha conseguido una CVE fuerte y capaz de despertar el espíritu corporativo en un empresariado poco habituado a salir en la foto.

Todo hace pensar que habrá batalla para sucederle y eso es la mejor prueba de que deja una asociación viva. Su futuro sucesor recibe una herencia de independencia que debe cuidar si quiere estar a la altura de las circunstancias y más en un momento en el que hay que decir las cosas de forma muy clara.

Si algo ha sabido hacer Manuel Soler es cuidar a los medios de comunicación, lo que refleja no sólo su inteligencia a la hora de utilizar todos los medios posibles para hacer oír la voz de las pymes, sino la ausencia de sectarismo en su actuación pese a sus posiciones ideológicas.

Durante este tiempo se ha ganado un buen puñado de enemigos. Va en el cargo, pensarán algunos aunque lo habitual en nuestro país ha sido que los dirigentes empresariales se ha aprovechado de este tipo de puestos para medrar económica o socialmente o por simple vanidad. Esperemos que su sucesor mantenga el espíritu de independencia que Soler ha cultivado.

RAFAEL DANIEL

Delegado de El Economista en Castilla y León

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