
¡Hay partido! La elección de Santiago Aparicio como nuevo presidente de la patronal de Castilla y León es la mejor noticia que el empresariado regional podía recibir tras ver cómo Cecale desaparecía del mapa para entretenerse en luchas intestinas.
No es que no hubiese otros candidatos capaces de coger el timón, pero Aparicio ha demostrado durante los seis meses que ha ejercido de forma provisional la Presidencia tras la salida de Jesús Terciado, que tiene suficiente fortaleza, firmeza e inteligencia para acometer la titánica tarea.
De momento, Aparicio ha conseguido dejar en la más absoluta de las soledades al presidente de la patronal salmantina, Juan Antonio Martín Mesoneros. Su ausencia en la votación en la que se eligió al empresario soriano demuestra que la campaña de denuncias de supuestas irregularidades que emprendió contra Terciado no era más que una excusa para sus verdaderos propósitos: conseguir un pedazo mayor de la tarta que suponen los fondos para Formación que reparte la organización regional.
Aparicio tiene las cosas claras: sabe cuáles son los problemas y qué tratamiento requieren. La más urgente es aliviar la difícil situación económica por la que atraviesa la organización, con 1,7 millones de euros de deuda y con los ingresos mermados por los recortes de las administraciones.
En paralelo, Aparicio quiere volver a poner a Cecale en el mapa de la representatividad empresarial. El soriano no se anduvo con miramientos a la hora de plantear al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, algunas de las principales reivindicaciones en estos dramáticos tiempos que atormentan al tejido productivo. Todo ello, renovando un modelo estatuario que favorezca una gestión ágil y eficaz.
Como todo buen patrón, Aparicio sabe que sin el apoyo de la tripulación, la nave no llegará a buen puerto y su mensaje fue claro: o remamos todos o que otro beba este amargo cáliz. El empresariado regional tiene, por fin, nuevo líder.
RAFAEL DANIEL
Delegado de El Economista en Castilla y León