
Con otra actitud, porque tenemos aptitud, los emprendedores, los autónomos, los que llevamos tantos años buscándonos la vida y encontrándola, vamos a salir adelante.
Después de las vacaciones -en las que era necesario descansar porque la mente lo necesitaba-, hay que llegar al nuevo curso con fuerza, energía e ideas. Muchas ideas.
Necesitamos el trabajo del autónomo porque constituye la verdadera salida de las distintas situaciones personales, a la vez que supone un desahogo para la actividad productiva del país.
Necesitamos un cambio de los actuales profesionales. Es verdad que no todo el mundo tiene esta mentalidad, pero es una salida. Tantos profesionales en desempleo, tantos trabajadores de la administración pública en la calle reivindicando no sé exactamente qué, porque el proyecto terminó y no hay fondos para seguir manteniendo determinados puestos de trabajo. Son profesionales, saben lo que tienen que hacer, por qué no aunar fuerzas y auto emplearse, por qué no pasar a formar parte de colectivo de autónomos.
Ya somos muchos pero seremos más y trabajaremos para que en el nuevo modelo respeten y apoyen en mayor medida a los que ya somos generadores de empleo y a los que no les va a quedar otra opción que pasar a serlo.
Necesitamos un cambio para formar a los futuros profesionales. Es muy importante la formación y la labor que se debe hacer desde las aulas, transmitir a los estudiantes la mentalidad emprendedora que nos llevará a futuras generaciones mucho más activas y exigir al Gobierno ayudas dirigidas a este colectivo.
En este momento en el que nos encontramos, ante los últimos datos de la situación del autónomo en nuestra comunidad, seguimos apostando por la fuerza, por la capacidad de trabajo y por la especialización.
Si nos fallan los clientes vamos a buscar la manera de dar un giro a nuestro producto, a nuestros servicios; vamos a unir fuerzas con aquellos que se dedican a lo mismo que nosotros, a compartir experiencias de forma que incluso podamos cooperar y aportarnos ideas y recursos de forma recíproca.
Si nos falla la financiación, vamos a descubrir nuevas líneas de cooperación empresarial, podemos recuperar el trueque y seguro que somos capaces de adaptar el antiguo sistema a nuestro tiempo.
Y si lo que nos falla es la esperanza, vamos a dar un giro a las conversaciones de pasillo y vamos a aliarnos con la gente positiva. Entre los optimistas vamos a animar, ayudar e incluso enseñar a lo que no lo son.
Somos la generación que pasábamos la tarde del sábado con la tortilla y el filete empanado en el pinar, nacimos sin Internet y sin teléfonos móviles. A nosotros esta crisis no nos puede, a nuestros mayores dejémosles disfrutar de su jubilación y a nuestros hijos que nacieron con todo, les vamos a enseñar, que las cosas se pueden hacer de otra forma.
Debemos cambiar, de momento, la actitud.
Yolanda Hernández, autónoma emprendedora y presidenta de CEAT