
Seguimos como si tal cosa, como si esto de la crisis no fuese con nosotros. Los políticos que administran el dinero público siguen disponiendo de nuestros cuartos con la misma alegría que antes. Al menos algunos.
El último ejemplo es el de los aeropuertos, esa plaga de obras faraónicas construida sin sentido para lucir palmito y provocar las envidias de las ciudades o provincias vecinas. El cambio de política anunciado la pasada semana por la ministra de Fomento, Ana Pastor, no deja de producir asombro: de los 19 aeródromos españoles en pérdidas (70 millones al año) no se cerrará ni uno. Con esa hoja de ruta terminaremos estrellándonos.
La reducción de pérdidas a la mitad, que la ministra enarbola con inexplicable orgullo, es en realidad un espejismo, porque muchos de estos aeropuertos funcionan gracias a las magras subvenciones que aportan las Administraciones Públicas.
En León, la cosa está reciente. El Consorcio del aeropuerto, en el que participan ayuntamiento, diputación y Junta, aprobó hace unos días una subvención de más de 700.000 euros a la compañía Good Fly para que opere. Habrá vuelos a Palma de Mallorca, Alicante, Málaga, Valencia, Ibiza, Jerez y Reus. Y después del verano, a Barcelona.
No será probablemente el único caso, porque en ciudades como Burgos, Salamanca o Valladolid también habrá que recurrir a las arcas públicas para que haya actividad. Si Merkel se entera nos corta el grifo con toda la razón.
Tampoco en el adelgazamiento de la Administración Pública parece haber prisa. La Junta de Castilla y León ha aprobado la supresión de varias empresas, entes y fundaciones públicas, con gran alarde mediático pero ha dado de plazo hasta final de año para ejecutarlo ¡Y luego dicen que estamos en situación de emergencia nacional!
Definitivamente, hasta que no se siente algún dirigente ante la Justicia por su mala gestión, las cosas seguirán sin cambiar del todo. Nuestros políticos ya han tenido ocasión de enmendar errores pero siguen despilfarrando nuestro dinero como si tal cosa.
RAFAEL DANIEL
Delegado de elEconomista en Castilla y León