Castilla y León

España está a la venta

Juan Carlos de Margarida

Nos encontramos ante un panorama nacional nada halagüeño. Los niveles de deuda del Estado son inimaginables para el ciudadano español, solo señalar que el Tesoro ha cubierto, en lo que va de año, en emisiones a medio y largo plazo 85.900 millones de euros. A esta cantidad hay que añadir 35.000 millones de euros que necesitan las comunidades autónomas por su mala gestión, además de los vencimientos que van a llegar al Tesoro y al ICO en lo que queda de año y que ascienden a 121.100 millones de euros. Si sumamos todo el Estado deberá 242.350 millones de euros.

A esta deuda habría que añadir el rescate de la banca que puede ascender a 100.000 millones de euros y que incrementarán la deuda hasta llegar a los 342.350 millones de euros (recordemos que el préstamo se ha hecho al Estado español que es quien lo va a deber).

Y ahí no acaba todo. Como es probable que no se pueda devolver la deuda en un momento determinado, Europa nos tendrá que volver a prestar dinero para que España devuelva parte de su deuda, y esto sí que se llama rescate.

Llegado a este punto, España será propiedad de aquellos a los que debe dinero que dirán, en todo momento, que tenemos que hacer y cuando pero siempre salvaguardando los intereses de los países a los que debemos. En definitiva estaremos en manos del mejor postor.

Y ¿cual es la realidad económica de España en la actualidad? La actividad económica se ha estancado, el paro llega y llegará a unos niveles jamás pensados (posiblemente a los siete millones de parados), el entramado empresarial se está destruyendo a niveles de pequeñas y medianas empresas (80 por ciento del empresariado español) y el consumo, si es que nos acordamos de él, ha dejado prácticamente de existir bien porque el consumidor tiene miedo, bien porque no tiene dinero. La realidad es que sin consumo no existe actividad económica.

El Estado tiene que reactivar la economía de la nación, pero... con el panorama de endeudamiento y de déficit que tiene a sus espaldas ¿podrá hacerlo? Las entidades financieras tendrían que dejar de pensar en obtener cuantiosos beneficios (cada año sus cuentas de resultados se incrementan aunque a unos niveles menores a la entrada de la crisis) y deberían de empezar a pensar que en este juego todos somos jugadores y que, de alguna forma, todos debemos perder algo para que el país salga de este atolladero.

No sólo el funcionario debe de disminuir su sueldo o el autónomo ha de perder su empresa, o el trabajador su empleo, también la banca ha de hacer sus esfuerzos y estos deben estar dirigidos a lo que las Cajas llamaban la acción social prestando dinero a los ciudadanos para que puedan consumir, comprar viviendas y seguir viviendo, logrando de esta manera que las empresas comiencen otra vez a vender y a contratar a nuevos empleados. Con este proceso se devuelve la confianza al consumidor y a los mercados reactivándose la actividad económica.

Pero después de esta crisis, primero financiera después económica y ahora de "poderes fácticos", ¿cual será el futuro de España? Nuestro país tendrá que reinventarse, siempre dentro de las realidades que subyacen en la economía actual. Nuestro potencial se encuentra en los servicios (fundamentalmente el Turismo), después en la industria y finalmente en el sector agroalimentario. Además, una vez que los inmuebles que poseen los bancos salgan a flote seremos la "Gran Inmobiliaria" de Europa y del resto del mundo.

El mercado potencial de los inmuebles que se desprenda la banca tendrá dos vertientes. Por un lado los ciudadanos españoles que quieran o puedan comprarlos y por otro aquellos extranjeros con un poder adquisitivo alto que deseen pasar sus vacaciones en España con miras, en un futuro, a ocupar definitivamente su vivienda una vez jubilado. Pero, para que pase esto, España tendrá que contar con una infraestructura turística de alto nivel y a un precio muy competitivo lo que en estos últimos años deja mucho que desear.

Podemos afirmar, sin lugar a error, que actualmente ya se ha acabado el comprar una vivienda para especular con ella. La compra se basara en el uso y disfrute de la misma y a lo sumo se alquilará para obtener una rentabilidad del 2 o 3%. Además, las ventas de inmuebles generaran una rentabilidad acorde con los intereses que den las inversiones a plazo medio y largo plazo. Finalmente, es necesario tener claro, que el Estado del Bienestar dejará de ser lo que hemos conocido hasta el momento. El Estado ya no puede sostener las dos partidas del presupuesto que sustentan el bienestar que son la educación y la sanidad, de alguna forma tendremos los ciudadanos que contribuir a su sostenimiento. En definitiva, tiene que surgir un nuevo modelo económico que se fundamente en los ya existentes pero que rompa, al mismo tiempo, drásticamente con ellos. Es decir, es necesario que tanto los empresarios, como los trabajadores, las entidades financieras y hasta el propio Estado tengan ganancias acordes con la lógica económica al objeto de estabilizar la economía, ya que cuando una de las partes se significa económicamente frente a la otra, basándose además en una falta total de valores, el sistema económico del bienestar deja de existir.

Juan Carlos de Margarida

Decano del Colegio de Economistas de Valladolid

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