Castilla y León

Algo está empezando a cambiar con la crisis

Quizá sea el momento de empezar a repartir responsabilidades por la situación que vive nuestro país. La clase política y los gestores de las cajas de ahorros acaparan la irritación ciudadana por la crisis económica e institucional que vive nuestro país, pero no se nos debe olvidar que ha sido la pasividad general la que les ha dejado campar a sus anchas.

La falta de una sociedad civil fuerte, capaz de actuar como verdadero contrapoder, es la gran asignatura pendiente de nuestra democracia. Acostumbrados al papá-estado, hemos sido incapaces de marcar los límites y de articular una voz suficientemente audible como para fijar el rumbo de quienes están a nuestro servicio.

Las cosas, sin embargo, puede que estén empezando a cambiar. Al menos hay destellos para confiar, aunque sea tímidamente, en ello. Uno de esos brillos está emergiendo de la Asociación Empresa Familiar de Castilla y León, para la que el nombramiento de Gerardo Gutiérrez como presidente ha supuesto un auténtico revulsivo.

Gutiérrez tiene claro que si la falta de financiación es una de las grandes losas de la economía es más productivo buscar fórmulas imaginativas que llorar amargamente ante las Administraciones. Ahí puede estar el germen del fondo de capital riesgo regional que canalice el ahorro hacia la inversión productiva que promueve EFCyL y del que les damos cuenta en estas mismas páginas.

No es un gesto aislado. La pasada semana, Gutiérrez dio un auténtico repaso al presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, durante un acto de su asociación. Dijo verdades como puños, pero quizá lo que sorprendió más fue simplemente que un dirigente empresarial leyese la cartilla como si tal cosa a un dirigente político con la misma naturalidad (y lealtad) que se hace en las verdaderas democracias.

Quizá haya comenzado un tiempo nuevo en el que se acabe de una vez con la omnipresente dependencia del poder político y ejerzamos el protagonismo que debemos. Hagámoslo. No tenemos que pedir permiso.

RAFAEL DANIEL

Delegado de El Economista en Castilla y León

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