Castilla y León

España-Duero, un regalo para Medel

Braulio Medel, presidente de Unicaja

Quienes le conocen no dejan de ponderar las capacidades de Braulio Medel a la hora de negociar y defender los intereses de la entidad que preside, Unicaja. Y por el resultado de su última liza, la fama no es sólo justa sino que se queda corta.

Durante meses, el financiero andaluz ha estado mareando la perdiz sobre si llevaba a término la fusión con España-Duero. La reforma del ministro Luis de Guindos para incrementar la solvencia de cajas y bancos convertía la fusión en un caramelo envenenado y por ahí no pasaba. Ni amenazas, ni presiones han hecho torcer el brazo al presidente de Unicaja, que a la postre ha rubricado una jugada maestra.

La gran perdedora de la operación es España-Duero, que entrega activos por valor de 44.000 millones (frente a los 33.000 de la andaluza) a cambio de un 30 por ciento de participación en el banco creado por Unicaja.

La entidad castellana se queda con las deudas, es decir con la devolución de los mil millones más sus correspondientes interes que le ha dado el Frob para sanear los activos que ha regalado. Pero Medel no cede ni un gramo de su participación en el banco, pese a que se supone que los activos recibidos están limpios de polvo y paja.

Fue precisamente la toxicidad de esos activos lo que permitió a Unicaja, pese a su menor tamaño, dejar a España-Duero con sólo un 30 por ciento de participación en la primera negociación. Ahora, Evaristo del Canto no ha sabido utilizar ese argumento para mejorar posiciones.

Victorias y derrotas aparte, las cuentas no salen. España-Duero tendrá que pagar durante los próximos años cerca de 90 millones de euros en intereses con las ganancias que obtenga por su 30 por ciento del Banco de Unicaja. Eso supone que deberá alcanzar 270 millones de beneficios anuales, muy lejos de los datos que se pueden extrapolar de los resultados conocidos hasta septiembre. El Frob terminará quedándose con la participación. Mientras tanto, la entidad castellana no tendrá ni para pagar el mantenimiento del edificio Botines, su sede institucional.

RAFAEL DANIEL

Delegado de El Economista en Castilla y León

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