
Desde su taller de Valladolid, esta pareja de diseñadores se han convertido en un referente de los sombreros. Sus tocados cautivan entre "celebrities" y la "cream" de la aristocracia.
Terminaron de estudiar Diseño de Moda y se apasionaron en Italia por el diseño de sombreros. A su vuelta, se especializaron por esta faceta de la moda y hoy, 20 años después, Pablo y Mayaya se han consolidado como uno de los grandes referentes en el arte de "vestir cabezas". Su último diseño lo lució la Princesa de Asturias, Doña Letizia, en la boda de Guillermo y Kate Middleton, aunque este matrimonio vallisoletano rechazan "alardear" de las numerosas celebrities y miembros de la aristocracia que acuden a su taller. "Para nosotros todas nuestras clientas son iguales", dicen.
¿Es caro lucir uno de vuestros sombreros?
El valor del dinero está en función de la necesidad que tú tengas, de lo que te apetezca. Barajamos precios de mercado, absolutamente competitivos. Nos han puesto fama de caros pero no lo somos. Lo que es verdad es que acudir a un profesional tiene la ventaja de que ofrece un plus de acierto mayor. No es lo mismo comprar un sombrero en una tienda, que te puedes encontrar a cinco igual en una ceremonia, que acudir a alguien que te aconseja y que no tiene necesidad de vender porque no arriesga nada, ya que trabajamos por encargo. Todo esto tiene un valor pero no necesariamente económico.
¿En esto de los sombreros, en España todavía tenemos la boina puesta?
Nos encanta que haya gente con la boina puesta si se siente a gusto. Es verdad que en España existe un sentido del ridículo un tanto especial, dependiendo también de las comunidades. De la mitad para arriba, hay una forma de portar tocados y de la mitad para abajo es diferente. De todas formas nos estamos sacudiendo bastante el polvo, ahora que estamos abiertos al mundo cada uno lleva lo que quiere o lo que le sienta bien. Hay mucho por andar pero en 20 años que llevamos nosotros nunca nos ha faltado trabajo, luego está funcionando.
Os definís como artesanos antes que empresarios. ¿Pretendéis que vuestras creaciones sean pequeñas obras de arte?
Lo pretendemos y creemos que en cierto modo lo conseguimos. Pero somos empresarios porque hemos montado nuestro propio negocio y la forma de producción o de distribución es totalmente empresarial. Sin embargo, la ejecución, el oficio, es absolutamente artesana y en todo el proceso intervenimos los dos. Hemos encontrado un equilibrio y funciona muy bien.
¿Dónde encontráis la inspiración?
La inspiración está en todo. En una película, cuando vas por la calle o lees una novela. Además manejamos tendencias porque estamos en el mundo de la moda y sabemos lo que se lleva o lo que no en cada momento. Es curioso, pero las ideas te suelen venir cuando estás trabajando, cuando estás más a tope con cosas rutinarias, y tienes que dejarlo todo para ponerte a dibujar. Luego, claro, hay que darle forma de colección, una coherencia.
¿Cuál ha sido el encargo que os ha traído más de cabeza?
Cada pieza tiene sus retos particulares. El reto mayor, no por las exigencias que puso, que fue encantadora, fue el de la Princesa Doña Letizia, por la cuestión mediática que iba a suscitar, porque la iban a fotografiar desde todos los ángulos. Tuvimos un poco de presión pero intentamos trabajar como si se tratase de una cliente más.
¿No os habéis planteado instalaros en Inglaterra, meca en esto de los sombreros?
Hemos rechazado ofertas de Madrid o el Reino Unido. Nosotros siempre lo hemos dicho, defendemos nuestra región y nuestra ciudad. Con un buen sistema de portes y con Internet y acudir a ferias lo tenemos bien fácil.
¿La crisis ha llegado al mundo de los sombreros?
Siempre tenemos clientela porque a los artículos de lujo la crisis les afecta menos. Es verdad que parte de nuestra producción funciona a través de tiendas y si cierran o venden menos repercute en nuestro trabajo.
¿Qué os parece la supresión de una de las dos ediciones de la pasarela de la Moda de Castilla y León?
Si no hay dinero es mejor hacer una bien que dos de medio pelo. En Castilla y León hay una buena cantera de diseñadores y esta pasarela es una buena plataforma y un buen escaparate para jóvenes talentos. Pero luego eso hay que materializarlo. Alguien puede ser tremendamente creativo, pero si luego eso no tiene un respaldo, no de instituciones, sino de manera particular, para producir y comercializar lo que haces no sirve de mucho. No sólo vale hacer cosas preciosas, luego está el negocio y eso lo tienes que hacer tú.