Castilla y León

Sin rumbo en política aeroporturaria

Con una deuda acumulada de 290 millones de euros y subvenciones millonarias a las compañías aéreas, los cuatro aeropuertos de la Comunidad se han estrellado con la crisis económica. La falta de liquidez de las Administraciones Públicas pondrá freno a una sangría económica que ahora escandaliza más, pero que siempre ha sido un auténtico desvarío.

El problema es que nunca ha habido una política aeroportuaria real y la proliferación de aeródromos como setas no ha sido más que el resultado de la falta de arrojo político de la Junta de Castilla y León para sentar unas directrices racionales a la hora de fijar conexiones aéreas desde la comunidad autónoma. Tampoco es que la oposición socialista haya dado muestra alguna de sentido común, temerosa también de que los votantes de las ciudades que han sacado pasaje para este ruinoso viaje les pasase factura en las elecciones municipales. Y nunca ha estado sobrada de apoyos electorales, precisamente.

Ahora, el consejero de Fomento, Antonio Silván, ha sacado la tijera y anuncia que reducirá a la mitad las ayudas que daba a las compañías aéreas que operan en la región. La cosa no es baladí porque el ahorro sólo en lo que se destina a la maltrecha Air Nostrum supondrá 18 millones de euros en los próximos cuatro años. También afectará el recorte a Ryanair, aunque ahí las cifras se escapan al ojo público y permanece guardado bajo siete llaves.

No se engañen, cualquier parecido con el esperado establecimiento de la cordura en la gestión aeroportuaria es mera coincidencia porque en realidad se sigue con el café para todos, no sea que se vaya a enfadar alguno y se líe.

Silván evita el desgaste y espera a que la breva caiga sola de la higuera. Es decir, que el nuevo presidente de Aena, José Manuel Vargas, que durante su etapa en Vocento demostró una refinada habilidad con la guillotina, le resuelva el problema. Pero entonces habrá que llamarle también para que ordene el desaguisado de museos, universidades y auditorios que se repiten por doquier. Mejor sería que la Junta pilote de una vez la nave.

RAFAEL DANIEL

Delegado de elEconomista en Castilla y León

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