
Nunca me había enfrentado a un mercado tan plagado de señales falsas. No es normal lo que pasa.
Me va a consentir el taco, y no se equivoca si entiende que éste es consecuencia del hastío. Son muchos los años que llevo en esto de los gráficos, dieciocho si cuento los dos en los que estuve haciendo chartismo amateur. Y nunca me había enfrentado a un mercado tan plagado de señales falsas. No es normal lo que pasa, y gracias le doy a lo aprendido porque si no estuviéramos controlando la exposición en este lateral infernal...
Pese a la lateralidad, este mercado sigue siendo más alcista que bajista si tomamos como origen un posible mínimo generacional como el que probablemente tuvimos en 2009. En tales circunstancias, mientras no se rompan soportes generalizadamente, el sesgo debe seguir siendo alcista si la filosofía es la que representa al inversor que intenta proteger su patrimonio en los malos tiempos y aprovechar los buenos, el que piensa que ponerse corto no es bueno ni malo; pero no es para él. A mí me gusta esa filosofía como campamento base, y da muy buenos resultados a largo plazo. Y pienso que ir más allá es un territorio para pocos.
Si me ha leído durante estos años sabe que comparo mi actividad con tocar el acordeón, pues en ambos casos es necesario expandir y contraer el objeto de trabajo. Pero este año ni por ésas. Son tantos los intentos de salida en falso al alza y a la baja que acumula el mercado que en este momento debo reconocer que está saliendo reforzado el que piensa que el mercado no puede ser batido y lo que procede, por tanto, es pasividad. Conviene en estos momentos acordarse de 2000 o de 2008...
Entre trampas, las cosas siguen igual. La recaída de esta semana deja en nada la vuelta semanal previa de la eurozona; nunca confirmada. El rebote de China, historia clave, no arregla las cosas y se justifica por pura sobreventa. La alegría la pone sólo Japón, que no lo va a tener fácil si aquí o en Wall Street damos otro paso en falso. Y cuidado porque estos días hasta los cimientos del alza de medio plazo de las materias primas se ponen a prueba de nuevo, con las rentabilidades de los bonos subiendo en la periferia y se hundiéndose en Alemania y Estados Unidos para cuestionar las inercias de fondo.