
La banca despegó el viernes con fuerza en bolsa tras el dramático varapalo encajado días atrás al detonar la bomba del Brexit. La expectativa de que Bruselas flexibilice sus reglas y allane el camino a una recapitalización del vulnerable sector financiero transalpino y luso hizo volar al parqué de Milán un 4 por ciento.
Al cierre, títulos como los de Banca Popolare se anotaron revalorizaciones del 18,25 por ciento, los de banca Emilia Romagna del 15,65 por ciento y los de Intesa Sanpaolo, Mediobanca o Unicredit superiores al 9 por ciento. Su buen desempeño contagió al resto de la banca europea: el Santander, como los galos Credit Agricole y Société Générale o el alemán Commerzbank ganaron más del 5 por ciento; y espolearon las alzas en prácticamente todos los sectores cotizados.
Lo que subyace es la confianza en que el referéndum británico, que puso en el disparadero los problemas no resueltos de la banca, sirvan de catalizador para la solución. Tanto el Banco de Italia como su homólogo luso se han fajado con Europa para que reconozca la salida de Reino Unido como uno de los hechos excepcionales estipulados en el mecanismo de resolución para facilitar la inyección de ayudas.
Y el Banco Central Europeo (BCE) ya presiona a Bruselas en su consecución. Su vicepresidente, Vítor Constâncio, invitó el jueves a las autoridades a "reflexionar" sobre una "pequeña ayuda pública" que "estabilice notablemente" algunos sectores financieros. "Sin este enfoque", la única solución disponible para los supervisores sería "imponer plazos" para que las entidades puedan deshacerse de los activos improductivos que destrozan cuentas, rentabilidad y solvencia (más de 360.000 millones en el sector italiano y 34.000 millones en el luso).
Italia solicita una inyección
Sin haber transcurrido 24 horas, el gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, recogía el guante e indicaba ayer que su banca necesita un "respaldo público" que sea capaz de garantizar la estabilidad financiera en un escenario "lleno de riesgos", en alusión al Brexit, según Ep. Se especula con una inyección de 40.000 millones, y el siguiente en dar el paso podría ser Portugal.
Entre tanto, el presidente del Eurogrupo y ministro de Finanzas de Países Bajos, Jeroen Dijsselbloem, llamaba a la calma con la afirmación de que la banca italiana no encara una crisis inmediata.
La sucesión de intervenciones y el posicionamiento diáfano del BCE se interpretaron en el parqué como la antesala de un rescate al uso.
Y es que, con el encomiable objetivo de evitar que el contribuyente vuelva a ser el pagano de salvamentos bancarios, se ha arbitrado un sistema que atemoriza al inversor, puesto que hace recaer la recapitalización sobre las espaldas de accionistas e titulares de deuda.
La propia Italia probó, con enorme malestar social y protestas en las calles, los efectos nocivos del nuevo sistema. Las gravosas quitas sufridas por los accionistas de cuatro pequeños bancos para reparar sus problemas llevaron, incluso, a un señor a quitarse la vida, según detalla The Economist.
La novedad del sistema, instaurado por Bruselas en 2015, es que las entidades en dificultades sean auxiliadas básicamente mediante dinero privado. Como mínimo, el 8 por ciento del pasivo (deuda) del banco debe cubrirse con el capital aportado, en primer lugar por sus propietarios (accionistas) y en fases sucesivas por el resto de acreedores privados. La prelación para las quitas afecta a la deuda en este orden: productos híbridos (preferentes y deuda subordinada), deuda senior y depósitos de grandes empresas que excedan los 100.000 euros garantizados. Las autoridades nacionales, previa autorización de Bruselas, podrán cubrir un 5 por ciento extra de la deuda con el uso de los nuevos fondos de resolución.
La dificultad de aplicar este esquema cobra mayor dureza, si cabe, en el mercado italiano. Y es que los ciudadanos son accionistas de las entidades y dueños además de un 30 por ciento de la deuda corporativa emitida por ellas.