Banca y finanzas

Comisión que investiga caída del BES cierra audiencias con dudas por resolver

Lisboa, 25 mar (EFE).- La comisión parlamentaria que investiga desde hace cuatro meses en Portugal cómo y por qué se produjo la caída del Banco Espírito Santo (BES) y del grupo empresarial al que pertenecía cerró hoy el capítulo de audiencias con varios interrogantes todavía por resolver.

La ministra portuguesa de Finanzas, Maria Luís Albuquerque, volvió por segunda vez a ser oída por los diputados y puso punto final a esta fase con una declaración en la que defendió el éxito de la intervención del BES (BES.LI)decretada en agosto de 2014 por el banco central luso.

La comisión acumuló unas 250 horas de audiencias e interrogó en directo a más de medio de centenar de personas, a las que se suman una cantidad ingente de documentos y declaraciones recibidas por escrito.

Directivos y contables del BES y del Grupo Espírito Santo, miembros del Gobierno, responsables del Banco de Portugal y de la Comisión del Mercado de Valores, banqueros y miembros de diferentes firmas auditoras pasaron desde mediados de noviembre por el Parlamento luso para responder a las preguntas de los diputados.

El primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, su antiguo ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, y varios altos cargos de instituciones europeas declinaron participar de viva voz y se limitaron a contestar los cuestionarios por escrito.

Las principales intervenciones fueron televisadas en directo por los tres canales de información 24 horas de la televisión portuguesa, reflejo de la atención mediática que todavía hoy genera el escándalo, que estalló hace ya ocho meses.

A principios de agosto de 2014, el banco central luso intervino el BES -entonces la segunda mayor entidad financiera del país- por sus multimillonarias pérdidas, derivadas de la detección de irregularidades contables en su seno y de la existencia de créditos a empresas del Grupo Espírito Santo que se encontraban en quiebra.

Los trabajos parlamentarios no han despejado todas las dudas y diferentes analistas y politólogos lusos destacan que aún existen cuestiones por aclarar, como por qué no funcionaron los mecanismos de control y supervisión o en qué momento exacto se perdió el rumbo.

La falta de consenso entre los diferentes testimonios, las manifiestas divergencias entre los responsables del supervisor bursátil y del regulador bancario, así como los problemas de memoria o las negativas a responder por motivos de confidencialidad fueron algunos de los problemas que dificultaron la labor de los diputados.

De los discursos de los protagonistas del derrumbe del emporio de los Espírito Santo -una de las familias más ricas e influyentes del país hasta su caída en desgracia- se desprende la existencia de irregularidades en las cuentas del grupo empresarial, que contaba con intereses en muy diferentes sectores, desde la banca hasta el turismo o la agroalimentación, pasando por los seguros.

Todas las miradas apuntan a Ricardo Salgado, uno de los hombres más poderosos de Portugal, bien relacionado con las altas esferas políticas y que fue presidente del BES durante 22 años, cargo que compatibilizó con el de líder de una de las cinco facciones familiares que dirigían el Grupo Espírito Santo.

Esta falta de separación entre el conglomerado empresarial y el banco es señalada precisamente como uno de los factores que explican el desmoronamiento del emporio familiar.

El propio Salgado asumió "errores" en su gestión, aunque en su última alocución prefirió centrarse en el tramo final de vida del BES y defendió que entonces había inversores interesados en ayudar a la entidad que acabaron por no facilitar liquidez por la actitud del Banco de Portugal, al que apuntó como culpable de esta caída.

Francisco Machado da Cruz, responsable de controlar el área contable de una parte del Grupo Espírito Santo, reconoció que se ocultó deuda deliberadamente desde 2008 e insistió en que se hizo a instancias de Salgado.

El Gobierno luso se alineó con las tesis del banco central luso y hoy su ministra de Finanzas, Maria Luís Albuqerque, insistió en que no existían alternativas a la intervención, que logró su principal objetivo al "preservar la estabilidad financiera" del país.

"Fue la decisión del BCE de retirarle al BES el estatuto de contraparte -suspendiendo el acceso del banco a operaciones de política monetaria- lo que imposibilitó otras soluciones", argumentó la titular de Finanzas.

Albuquerque recalcó que la exigencia del organismo comunitario obligaba en la práctica a la entidad lusa a devolverle los créditos concedidos por el Eurosistema, que en aquel momento suponían en torno a 10.000 millones de euros.

El Banco Central Europeo apenas concedió tres días para hacer efectiva esa retirada, un plazo tan escaso que, en opinión de la ministra portuguesa, hizo inviable encontrar cualquier otra alternativa.

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