
Hace dos años los bancos creados a raíz de las fusiones de las cajas pusieron a la venta sus participaciones industriales para captar recursos con el objetivo de reforzar sus niveles de capital. A día de hoy han sido pocas las operaciones llevadas a cabo, pero en los próximos meses se producirá una oleada de desinversiones por imperativo de Bruselas. La UE obliga a las entidades que han recibido o percibirán ayudas públicas a deshacerse de sus posesiones en el parqué.
Aunque el plazo dado para vender es de cuatro años, las autoridades comunitarias pretenden que el proceso se acelere lo máximo posible para que puedan devolver cuanto antes el dinero, que se eleva a más de 40.000 millones sin tener en cuenta el efecto del banco malo o Sareb.
El aplazamiento de las desinversiones, en algunos casos por la existencia de minusvalías, ha mermado el valor de las participadas de los grupos rescatados y ha elevado la factura de las ayudas. En concreto, la cotización de la cartera industrial ha caído el 26% desde enero de 2011.
El desplome sería mayor si se incluyera la pérdida que ha supuesto Banco de Valencia -también rescatado- para BFA-Bankia. Hace dos años era accionista del 38% de la entidad levantina. La participación, heredada de Bancaja, tenía un valor superior a los 500 millones. Tras la nacionalización del Banco de Valencia hace poco más de medio año y su plan actual de recapitalización, Bankia diluirá su peso a casi cero. El grupo que lidera José Ignacio Goirigolzarri tenía desde hace tiempo provisionadas pérdidas.
Sin contar el Banco de Valencia, las minusvalías que cosecha Bankia no son las más elevadas del colectivo de entidades que han recibido ayudas. Aún así éstas ascienden al 24%, influidas principalmente por la caída de Iberdrola (ver gráfico adjunto al final de la noticia).
Mapfre, única con plusvalías
La entidad, a cambio de los 18.000 millones de dinero público, tendrá que desprenderse de toda la cartera, incluido el 15 de Mapfre a pesar de la pelea que ha mantenido Goirigolzarri con Bruselas para evitar esta venta. Lo cierto es que la aseguradora es la única que mantiene un comportamiento positivo, por mínimo que sea. Su valor es 50 millones superior al de enero de 2011.
Bankia ha desinvertido, desde entonces, el 5% de Enagas y el 5% de BME. Por ambas, ingresó unos 270 millones. En este periodo también ha soltado lastre de algunas sociedades no cotizadas, como el 20% de la energética Genesa.
Mayores 'números rojos'
La entidad que más minusvalías tiene a día de hoy es Novagalicia con respecto a hace dos años. También es la que más activa a la hora de vender, sobre todo en los últimos meses. La cartera industrial del grupo gallego vale un 57,4% menos.
El conglomerado presidido por José María Castellano se ha desprendido de parte de su participación en Sacyr y la totalidad del Popular, Quabit y Pescanova. También se ha deshecho de no cotizadas, como Calvo, Banco Etchevarría o T-Solar. En trece operaciones ingresó a lo largo de 2013 unos 193 millones de euros.
En el conjunto de la cartera industrial de todas las cajas ha habido un valor especialmente castigado. Enagas, que contaba en su accionariado con distintos grupos de cajas, ha visto como salían del mismo de manera progresiva. A Bankia se unió posteriormente Liberbank. Y a éste, BMN. Aún permanece Kutxabank, pero la situación de solvencia del grupo vasco, no hace prever su desinversión.
Una de las razones que exponen las cajas para defender su política de mantenimiento en los últimos años de la cartera industrial es la recogida de dividendos de las mismas. Estas ganancias permitían mejorar su cuenta de resultados, afectada gravemente por la caída de la actividad y la subida de la morosidad. En algunos casos, la existencia de minusvalías impedía vender con beneficios las participadas, ya que de lo contrario se tendrían que anotar pérdidas extra.
Ahora, tengan o no tengan minusvalías, tendrán que venderlas. Eso sí, el objetivo es conseguir los mayores beneficios para poder devolver las ayudas públicas.