Hace cinco años, hubo un momento en que todo pareció detenerse. En 2020, el mundo se vio atrapado en una pausa global sin precedentes. El COVID-19 desató una crisis sanitaria, pero también un terremoto económico que paralizó fábricas, cerró fronteras y puso en evidencia la fragilidad de un sistema económico hiperconectado. El comercio global se convirtió de repente en una vulnerabilidad. Las cadenas de suministro colapsaron, los precios se dispararon y la lógica de la eficiencia fue sustituida - al menos temporalmente - por la urgencia del acceso, la resiliencia y la soberanía productiva (del "just in time" al "just in case").

Profesor de Economía y Estrategia en Deusto Business School