Andalucía

Las empresarias andaluzas, hoy

Por Ana Alonso Llorente Presidenta de la Federación Andaluza de Mujeres Empresarias (Fame) 

egún los datos de la Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2017, las empresarias andaluzas representamos el 33 por ciento del total del empresariado de nuestra Comunidad, dato que se ha incrementado notablemente en las últimas décadas; hemos superado los niveles previos a la crisis, y podemos afirmar que hoy, el crecimiento del trabajo autónomo en España y Andalucía, es en femenino. En comparación con la UE-28, el porcentaje de autónomas dentro del empresariado es superior al de la media comunitaria (32,1 por ciento) y se sitúa ligeramente por debajo de las cifras de Alemania y Reino Unido. Las empresarias andaluzas somos un colectivo caracterizado por tener, mayoritariamente, empresas de menos de diez trabajadores y trabajadoras y estar orientadas hacia actividades de servicios tradicionales -especialmente comercio, hostelería, servicios personales- y servicios a empresas. Dirigimos y gestionamos empresas muy localizadas, fuertemente arraigadas en su territorio y que actúan principalmente en mercados locales y regionales. Presentamos un estilo de gestión y dirección democrático y participativo por lo general, y tendemos a medir nuestro éxito empresarial, relacionándolo con nuestras motivaciones para crear empresas: superación del techo de cristal, desarrollo profesional y la posibilidad de auto-organización como estrategia de género individual que permite la conciliación de la vida personal, familiar y profesional. Queda en un segundo plano el prestigio social, la recompensa económica y el acceso a los atributos de poder que en ocasiones se relacionan con el ejercicio de la actividad empresarial. Nuestros grandes retos están relacionados con el contexto de aceleración tecnológica, que atañe a la práctica totalidad de la vida en sociedad. Debemos considerar ya la transformación constante como algo propio de nuestro entorno, a la que hay que sumar la adecuada formación de nuestro personal, ampliar nuestra dimensión empresarial, la implantación de tecnologías en los procesos de trabajo, pero también calidad, innovación, sostenibilidad, fomento de la participación, ética empresarial y promoción de la igualdad de oportunidades. Sabemos que el respeto de la igualdad y la diversidad favorecen la apertura de la empresa a su entorno, otorgándole mayor legitimidad ante sus grupos de interés, más información y conocimiento, así como más flexibilidad y capacidad de adaptación. La ONU y otras instituciones internacionales afirman que la participación de las mujeres en el mercado de trabajo -como asalariadas o como empresarias- es esencial para impulsar el crecimiento y el desarrollo económico de cualquier región o país. Por tanto, la superación de las diferencias de género existentes en la actualidad y que suponen obstáculos, nos afectan a todos y a todas en el devenir, por lo que contribuir a su eliminación es uno de los grandes retos que como sociedad tenemos hoy.

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