El ahorro nacional seguirá estando dirigido a reducir el endeudamiento. Por eso es especialmente interesante atraer el foráneo.
Las inversiones directas de España en el exterior suponían en el año 2000 el 10 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Al mismo tiempo, en ese año las inversiones extranjeras en España sumaban el 4,7 por ciento de la riqueza nacional.
En años sucesivos hasta el 2007, y salvo el 2002, en conjunto las inversiones en el exterior superaban a las que recibía España. En 2007 en concreto las inversiones en el exterior suponían el 9,5 por ciento del PIB y las recibidas, el 4,5 por ciento.
En 2008 cambia la tendencia, las inversiones recibidas, que equivalen al 4,8 por ciento, superan a las realizadas desde el país, 4,7 por ciento. En 2009 caen drásticamente ambas cifras al 0,7 y 0,9 por ciento, respectivamente. En 2012 ya las recibidas superan las realizadas desde España.
Con independencia de otras consideraciones, en el momento actual resulta muy interesante que crezcan las inversiones. Sus efectos multiplicadores hacen que este aumento de las inversiones sea una de las respuestas más adecuadas a la situación económica.
Pero venimos de una crisis financiera que ha supuesto un fuerte endeudamiento privado y público, por tanto las tasas de ahorro estarán dirigidas a la reducción de deudas durante un tiempo hasta situarla en niveles similares a los de nuestros socios europeos. Por ello es especialmente interesante acudir al ahorro externo para acometer las inversiones que la economía necesita.
Dado que la configuración de la oferta está en función de las estructuras de costes de las empresas, parece especialmente oportuno mejorar con las reformas precisas esas estructuras. Los costes laborales son importantes pero lo realmente importante es la productividad, si crece la productividad pueden subir tanto el empleo como las retribuciones mejorando de paso tanto la demanda interna como las recaudaciones fiscales. Para aumentar la productividad es necesario invertir y las inversiones hay que financiarlas.
Una opción sería acudir a la deuda, pero sus niveles tanto públicos como privados son aún muy altos. En esta situación, la solución lógica es facilitar la inversión exterior teniendo en cuenta el contexto en que se sitúa nuestra economía, sería muy oportuno remover los obstáculos para que fluya y aumentar la confianza de las empresas en el futuro, porque las inversiones se realizan normalmente con horizontes de largo plazo.
Existen ventajas de ubicación en comparación con otros lugares y también ventajas en cualificación humana, infraestructuras, logística etc. Potenciar estas ventajas y ampliarlas facilita la inversión y la recuperación.