Se acabó la Navidad y el tiempo del edil comunista Pedro Moreno Brenes en el ayuntamiento de Málaga. El portavoz de Izquierda Unida ha decidido dar un paso atrás para que IU dé muchos pasos adelante. Así lo cree y así lo ha explicado en su adiós.
Parece una contradicción que su mejor recuerdo en los cinco años y medio que ha estado en el Consistorio malagueño haya sido salir en la Cabalgata de los Reyes Magos de Oriente, donde reencarnó al rey Baltasar. Pero no lo es. Moreno Brenes es comunista y cristiano.
Años atrás fue el azote de Jesús Gil en el ayuntamiento de Marbella, y de la familia de Eduardo Martín Toval en el consistorio de Álora, donde desempeñó el cargo de secretario. En dos ocasiones ha querido ser alcalde de Málaga pero en ninguna obtuvo suficiente apoyo popular para gobernar la ciudad. En su camino se cruzó Francisco de la Torre. No obstante, se va satisfecho del trabajo realizado en el ayuntamiento de la capital malagueña.
Su discurso ha sido riguroso, coherente y sistemático en defensa de lo público y de la justicia social. En el futuro seguirá vinculado al PCE y a IU, de donde nadie le va a sacar salvo que su conciencia se lo exija.
La política no le ha cambiado su manera de ver el mundo, "injusto en lo social y en lo económico", según el concejal, quien considera que mientras una persona no tenga las mismas oportunidades para vivir, trabajar y disfrutar, "habrá tajo para la gente de izquierdas, y, en general, para las personas de buena voluntad, que son la inmensa mayoría".
Nunca se ha avergonzado de sus convicciones comunistas, ni tampoco de sus creencias cristianas. Ambas llevan conviviendo en sana armonía y colaboración más de 35 años. Su compromiso político no le ha impedido aprender y coincidir con los que no comparten sus ideas.
A partir ahora no dará la tabarra en los plenos, seguirá ejerciendo de ciudadano y tendrá la puerta de su despacho en la Facultad de Derecho abierta, al igual que su corazón, para todo el mundo. Adiós al Rey Baltasar.
Mucha política y poco Romero
