Andalucía

País y paisanaje

El Sr. Arenas que, si las encuestas no se equivocan, gobernará nuestra comunidad, ha venido secularmente haciéndole guiños a las distintas provincias con la descentralización del gobierno. Y lo ha hecho sin reparo alguno, aún a sabiendas de la imposibilidad de gobernar, no ya sin consejerías, sino lo que es peor, con las consejerías desparramadas por todo el territorio.

A raíz de las declaraciones de algunos magnates de Francia a favor de que les suban los impuestos para ayudar a la salida de la crisis, no han faltado en nuestro país las críticas a sus homólogos españoles por no mostrar tan solidaria postura. Si yo fuese rico estaría también dispuesto a que el fisco me subiera los impuestos... en Francia. Los ciudadanos franceses, como cualquier ciudadano de cualquier país del centro-norte de Europa, saben que sus impuestos irán destinados a mantener servicios básicos o inversiones que impulsen el crecimiento económico y el empleo. Los ciudadanos españoles sabemos que la mayor parte de los impuestos que pagamos se diluyen en gastos por cuenta corriente y van a parar al mantenimiento de las millonarias nóminas de políticos, asesores de políticos, enchufados políticos y gastos superfluos de las sobrecargadas administraciones. Quizá sea la desconfianza la que provoca en nuestro país que nadie se apreste a pagar de motu propio más impuestos.

Gran parte, por no decir toda, de la culpa de esa situación que ha degenerado nuestro proceso productivo, hasta llegar a la situación extremada en la que nos encontramos, la tienen nuestros próceres con sus demagógicas políticas al servicio de su cartera de votos. En Andalucía, sin ir más lejos, contamos con un magnífico botón de muestra: El Sr. Arenas que, si las encuestas no se equivocan, gobernará nuestra Comunidad Autónoma, ha venido secularmente haciéndole guiños a las distintas provincias con la descentralización del gobierno. Y lo ha hecho sin reparo alguno, aún a sabiendas de la imposibilidad de gobernar, no ya sin consejerías, sino lo que es peor, con las consejerías desparramadas por todo el territorio. A Málaga le venía prometiendo la Consejería de Turismo, en reconocimiento de la importancia de éste en la Comunidad y de Málaga para el sector. Abría con ello el melón de que cada capital de provincia pidiese una consejería. A la vista de que -aún no se lo cree- va a conseguir el gobierno, se quita el muerto y dice que desaparece Turismo y lo incorpora a Economía. Y, para arreglar el asunto ante los malagueños, asegura que -junta o separada- dicha Consejería estará en Málaga. Lo peor es que los más importantes ayuntamientos turísticos de la Costa del Sol, todos en manos del PP, alzan sus voces aplaudiendo las demagógicas ocurrencias de Arenas. Así nos seguirá yendo.

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