
Las especies invasoras son un grave problema para el mantenimiento de la biodiversidad y el entorno local. Introducidas accidental o intencionadamente, lo cierto es que su presencia puede llegar a desencadenar la pérdida de especies nativas. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de especies invasoras? Según la WWF (World Wildlife Fund), estas son aquellas que se introducen en un hábitat que no es el suyo de forma no natural y producen graves daños en el ecosistema. Además de la contaminación, el cambio climático y el uso del suelo para los grandes cultivos, este problema es otra de las principales causas de la pérdida de biodiversidad, según el Informe Planeta Vivo 2020.
Para que las especies invasoras sean consideradas así deben cumplir una serie de características que les permitan adaptarse a su nuevo entorno y dominarlo fácilmente. Esto ocurre cuando no hay otro depredador o competidor que controle el crecimiento de su población o que le dispute el alimento, agua y espacio. Además de todo lo anterior, pueden llegar a ser portadoras de nuevas enfermedades que enferman a las especies autóctonas. En cualquier caso, se trata de la tercera amenaza más grave a la que se enfrentan las especies en todas las regiones.
El impacto de estos "invasores", más allá del entorno, puede afectar al ser humano, ya que su llegada puede traer consigo nuevas alergias o ser tóxicas. Incluso a nivel económico, las consecuencias pueden ser nefastas. Sectores como la pesca, la ganadería o la agricultura pueden ver dañada su actividad. En consecuencia, el precio de sus productos aumenta, incidiendo directamente en el bolsillo del consumidor.
Así se introducen estas especies
Las especies invasoras normalmente recorren un largo camino antes de alojarse en un hábitat natural diferente al suyo. Existen muchos motivos por los que este fenómeno pasa, algunos por causas naturales y otros, en su mayoría, por la intervención humana.
El comercio de animales "raros" o exóticos es la causa principal. Su tráfico ilegal es un crimen que destruye la riqueza natural. Según datos de la WWF, cada año este negocio mueve entre 10.000 y 20.000 millones de euros, es decir, cifras iguales o superiores a las que mueve el tráfico de drogas y el tráfico de armas. Este trasiego de especies llega a menudo a personas que, pasado un tiempo, deciden deshacerse del animal en entornos no propicios para ello o se escapan de manera accidental. Algunos de los ejemplares exóticos más comunmente utilizados como animales de compañía son el mapache, la cotorra argentina o la tortuga de Florida.

En este problema tiene mucho que decir la industria de la moda. El uso indiscriminado de prendas de piel hasta hace no tanto tiempo abrió las puertas de entrada a mamíferos y otros animales provenientes de otros continentes.
Siguiendo esta línea, el transporte y el comercio internacional se convierten, a veces de manera no intencionada, en otro foco de este movimiento de especies. Las bodegas de los aviones, los contenedores de mercancías y los cascos de los barcos sirven como rincones donde los animales se esconden, llegando a moverse miles de kilómetros.
Cómo luchar contra el problema
Por tanto, queda claro que la introducción de estas especies tiene consecuencias negativas en el medio ambiente, en la economía y en la salud. El coste económico mundial de las especies exóticas invasoras superó el pasado año los 423.000 millones de dólares anuales y los gastos se han cuadruplicado desde 1970.
Por eso es importante tener en cuenta algunos consejos para tratar de reducir la llegada y el impacto de las especies invasoras en el entorno. En primer lugar, hay que informarse bien antes de adquirir un animal. En esta investigación previa que debe hacer el interesado lo recomendable es averiguar al menos la procedencia, los cuidados que necesita y cuanto crecerá el ejemplar. Para evitar problemas, los expertos aconsejan no adquirir semillas, plantas, animales o insectos cuando se realice un viaje.
Esto desemboca en el segundo punto a tener en cuenta: el abandono animal. Se trata de un delito penado por ley, pero además el abandono puede causar problemas en espacios naturales al arrebatar, por parte de las especies invasoras del alimento y el espacio a los animales originarios de la región. Lo mejor en este tipo de casos es acudir a algún centro de rescate de animales exóticos o al CRAS (Centro de la Consejería de Medio Ambiente) en caso de encontrarse con uno que esté herido o desorientado.