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Doñana, ecosistema español en peligro

  • Esta importante reserva natural ha sufrido graves consecuencias por la acción humana.
  • La contaminación o el cambio climático son dos de ellos
Parque Nacional de Doñana, en Huelva.

Recientemente, en abril, el Ejecutivo andaluz, encabezado por su presidente Juanma Moreno, dio luz verde a la polémica iniciativa de ampliar formalmente hasta 800 hectáreas de la parte norte del Parque Nacional de Doñana, en Huelva.

La norma será tramitada en el Parlamento autonómico por la vía de urgencia y podría ser aprobada antes de verano, a pesar de contar con el completo rechazo no solo de toda la oposición andaluza, sino también por el de organizaciones en defensa de la biodiversidad, la Unesco o, incluso, el propio Gobierno central, que no ha dudado en asegurar que si finalmente la ley es aprobada la recurrirá ante el Tribunal Constitucional.

En cualquier caso, tras algo más de 50 años desde que este entorno natural fuera declarado en 1994 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco bajo la denominación Parque nacional y natural de Doñana, su protección y conservación no ha sido tan rigurosa como debería ser en un espacio protegido por su excepcional biodiversidad.

Uno de sus problemas endémicos más agudos -y también por ello, más sonados- es la sobreexplotación del acuífero. Doñana se seca, y es culpa de los humanos. Así lo denunció un informe reciente de WWF: "Las extracciones para la agricultura de regadío, y especialmente la producción de fresas y arándanos, han ido mermando las reservas de agua y no han permitido la recuperación de las mismas, aun en años de lluvias abundantes, lo que ha provocado que el acuífero haya pasado de nueve sectores estables y siete en mal estado (pre-alerta, alerta, alarma) en 1994, a solo cinco sectores estables y 11 en mal estado actualmente".

El cambio climático también está perjudicando la salud del ecosistema de Doñana. El propio presidente del Consejo de Participación de Doñana, Miguel Delibes, señaló en octubre que el parque, a pesar de estar ahora más domesticado que hace 50 años, tampoco está blindado contra el calentamiento global.

La sentencia de Delibes no es gratuita. Y es que, hasta la fecha, científicos de la Universidad de Columbia, la Real Academia sueca de Ciencias, la Universidad James Cook (en Australia) o la Estación Biológica de Doñana del CSIC, entre otros grupos de especialistas, constataron y verificaron este alarmante hecho.

En un artículo científico publicado recientemente por la revista Science, los autores afirmaron que los humedales del Parque de Doñana, junto a otros espacios naturales protegidos como la Gran Barrera de Coral o la gran selva amazónica, están en alto riesgo por las consecuencias de la crisis climática. Y, principalmente, analizaban los dos impactos más nocivos que afectan directamente a estos ecosistemas tan importantes para el planeta: las olas de calor y las sequías, que se pueden agravar, además, por factores internos relacionados con la propia gestión de dichos entornos, como por ejemplo las prácticas de deforestación o el declive del agua disponible para uso industrial.

La contaminación es, también, otro relevante problema para Doñana. Los fertilizantes agrícolas y las aguas residuales de las ciudades próximas están vertiendo nutrientes en los humedales del parque. Eso, junto al calentamiento del agua provoca un fenómeno que es definido como eutrofización, en el que la proliferación de algas a causa del exceso de nutrientes impide el adecuado funcionamiento del ecosistema acuático, pues las algas consumen tal cantidad de oxígeno disuelto que este puede llegar a agotarse y derivar en la podredumbre de las aguas.

La sobreexplotación del espacio, el cambio climático o la contaminación son problemas que atacan directamente a la salud de Doñana, además de las futuras consecuencias derivadas de esta reciente propuesta de ley para la ampliación de cultivos en la zona.

Un futuro poco prometedor

Esto último es solo una parte de un futuro no muy confortable para Doñana, pues también sigue en el aire el proyecto gasístico que comparten la eléctrica Naturgy y Enagás, que consiste en construir en el parque un almacén de gas. Porque aunque España ya se comprometió con la Unesco a paralizar dicha construcción, oficialmente aún no se ha anulado.

Y un tercer y último frente para Doñana, también impulsado por la Junta de Andalucía, es el proyecto que recientemente también se ha puesto encima de la mesa para construir una autovía entre Huelva y Cádiz.

Los expertos consideran que si esta nueva carretera llegara a materializarse se trataría de un irreparable error, ya que aislaría aún más el espacio protegido y tendría un efecto acumulativo al sumarse a la importante trama de carreteras ya existentes en la actualidad en el no tan protegido entorno natural andaluz.

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