
Chris Nassetta, CEO de Hilton Worldwide, estaba en sus veintes cuando vio la oportunidad de comprar un Porsche 944 negro cerca de su hogar en Arlington, Virginia. Después de asegurarse de que tanto el coche (usado) como el trato que le ofrecían, de 20.000 dólares, eran legítimos, decidió adquirirlo. Para poder hacerse con el vehículo, Nassetta tuvo que pedir un préstamo para pagar parte del coste.
Hoy, el empresario de 60 años asegura que fue la peor decisión financiera que ha tomado en toda su vida: "Casi acaba conmigo. Gasté todo mi dinero en ese estúpido coche", se lamenta.
Acordándose de aquel momento, dice que fue una mala decisión se mirase desde donde se mirase. Y es que por aquel entonces su salario era de 17.000 dólares anuales, de ahí el préstamo para afrontar el precio de 20.000 dólares. Por si fuera poco, al poco tiempo de tenerlo tuvo que abonar otros 2.000 dólares para un nuevo sistema de dirección, pues el que traía el coche se había estropeado.
Una compra que trajo múltiples problemas
El Porsche estaba lleno de problemas que Nassetta no podía permitirse arreglar. Aunque hoy su precio puede ser elevado si se encuentra en buenas condiciones, el por entonces veinteañero se deshizo del vehículo a los 18 meses de adquirirlo. Afirma que es su mayor error de gasto, y que ese fue el primer y último coche deportivo que tendrá en toda su vida.
Desde el año 2007, Nassetta decidió comprar un vehículo más práctico, concretamente un Lexus Sedan que adquirió nada más obtener su puesto directivo en Hilton. Hoy es un coche familiar, y con sus 16 años de edad tiene alrededor de 185.000 kilómetros. El CEO también es propietario de un Ford Bronco de 1969, cuyo precio actual se estima en torno a los 50.000 dólares, de acuerdo con la compañía Hagerty.
Su familia posee un rancho en el Estado de Montana. En las cercanías del lugar, Nassetta le comentó a un mecánico que este modelo de Ford era su "coche de ensueño". Por suerte para él, en 2020 el experto en automóviles le contactó para decirle que había localizado a alguien cercano que tenía el coche. Pero dicho ejemplar estaba en unas condiciones deplorables, lo que requirió que ambos dedicasen dos años a arreglarlo y ponerlo a punto de nuevo. "Reparamos cada pieza del automóvil. Lo que he aprendido en Hilton es que me gusta construir y me gustan los proyectos. Por lo tanto, lograr esto me llenó de alegría", comentaba.