
Aún tenemos en nuestras retinas los hechos políticos sucedidos durante este mes de Octubre, que han desembocado en la resurrección del Sr. Rajoy. Eran pocos los que le daban por "vivo" y muchos los que entendían que estaba amortizado.
La maniobra (o "golpe de estado" según algunos analistas) del aparato del PSOE ha sorprendido por la virulencia alcanzada. Al margen de la decapitación de su Secretario General, ha resultado impactante el giro de su argumentario y la absoluta desvinculación del principal postulado con el que se presentó a las urnas: no investir a Rajoy.
Dentro de este marasmo, resultan interesantes dos hechos que no se habían producido anteriormente.
El primero, la aparición en escena de un Alcalde de un pueblo de la provincia de Granada denominado Jun, con 3.661 habitantes (INE 2014). Se trata de D. José Antonio Rodríguez (@JoseantonioJun), militante del PSOE de Andalucía, quien tiene en la red social twitter ¡439.000 seguidores!
Este militante socialista, inició una campaña contra la maniobra de los barones y la Sra. Susana Diaz (a quien acusa de haber actuado igual para "apoderarse" de distintas ejecutivas en Andalucía) que desembocó en una recogida de firmas de la militancia para convocar, con carácter de urgencia, un Congreso Extraordinario que ponga fin a la Gestora y elija a un Secretario General. Según afirma, tiene cerca del 50% de apoyos de la militancia. Y, según parece, la Gestora del PSOE hace oídos sordos a sus llamadas.
Veremos como acaba
El segundo hecho "nuevo", no ha sido lo sorpresivo que resultaba ver al Sr. Hernando argumentar, con absoluto aplomo, en contra de aquello sobre lo que hacía un mes pontificaba como certeza inamovible (quizás hubiese sido más lógico haber cambiado de portavoz), sino la figura que ha destacado por encima de las demás: la del diputado de Esquerra Repúblicana de Catalunya, D. Gabriel Rufián.
En efecto. Este diputado no ha dejado a nadie indiferente. Se podrá estar de acuerdo o no con lo que dijo, con como lo dijo, si insultó o se limitó a decir verdades, etc., pero ha despertado odios y pasiones y, en definitiva, ha despertado a sus señoría de los soporíficos y previsibles ?debates? de la Sesión de Investidura.
Ciertamente, la actividad parlamentaria requiere de modales ?versallescos? que faciliten el dialogo entre las distintas posturas políticas existentes para poder alcanzar acuerdos, pero no deja de incomodar a cierto electorado la pasividad, cuando no tolerancia, de las distintas facciones políticas ante hechos, por lo menos, moralmente reprobables.
Estos dos elementos, nuevas tecnologías y nuevo discurso, creo que conformarán el panorama político o nueva política, a partir de ahora.