A debate

"La gente asocia nuestro robot con Terminator"

La obsesión de Francesco Ferro pesa 60 kilos, mide 1,50 metros de alto y, en lugar de piernas, tiene ruedas. Se llama Reem y es el robot de Pal Robotics, compañía barcelonesa con siete años de vida que ha creado uno de los modelos humanoides más avanzados del mundo, capaz de reconocer la voz de su interlocutor y de orientarse en recintos cerrados. De Reem, el primer robot comercial de la compañía, sólo hay, por ahora, prototipos: en un par de meses empezarán a fabricarlo, previsiblemente en Emiratos Árabes. España es uno de los mercados en los que quieren introducirlo.

¿Por qué apuestan por un robot con apariencia humana?

Porque todo está creado para ser utilizado por el hombre. Uno de los errores de la robótica es que ha querido adaptar los robots para que sean útiles al mundo, y no al revés.

¿Qué puede hacer Reem?

Es un robot de servicio que puede ser utilizado para ofrecer información en ferias, hoteles, centros comerciales...

¿Me puede explicar con un ejemplo para qué sirve?

Piensa en un recinto ferial: no es posible tener un puesto de información o una azafata cada 50 metros. Reem puede guiar a los visitantes hasta el stand que están buscando. En los centros comerciales suele indicarse en un panel dónde está cada tienda. Reem puede acompañarte hasta el establecimiento que buscas y, además, llevarte las bolsas de la compra. Mientras tanto, te puede ofrecer información o hacer publicidad de alguna empresa.

¿Notan ustedes la recesión?

La crisis en Europa ha cortado en parte las alas a la innovación, pero aún así hay muchas empresas interesadas en el proyecto.

¿Por qué no han dotado a Reem de un aspecto más humano?

Porque, según un estudio, si el robot es demasiado parecido al ser humano, éste lo rechaza.

¿Está el mercado español preparado para estas máquinas?

En mi opinión, la población del mundo occidental se queda muy impresionada cuando ve uno de estos robots: lo primero que se les viene a la cabeza es Terminator. Sin embargo, no se extrañan cuando ven una lavadora. Países como Japón tienen una muy buena tradición en robótica.

Entonces, ¿en Europa no tienen ustedes mucha competencia?

Menos que en Asia, desde luego. Aquí hay un par de proyectos, pero que parten de la Universidad. Y la diferencia entre esos proyectos y el nuestro es el nivel de testeo, la puesta en funcionamiento del producto en entornos reales.

Usted es ingeniero, no vendedor. ¿Qué ha aprendio con este proyecto comercial?

Que no existe el producto perfecto en general, sino el producto perfecto para un uso determinado.

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