Los resultados no mienten. Madrid 2020 quedó muy por debajo de las expectativas. La reunión del COI dejó en mal lugar a la candidatura española, que tuvo que conformarse con apenas 28 votos en primera ronda, por los aproximadamente 50 que le habían llegado a prometer.
Uno de los motivos de esta reducción en el número de votos fueron las presiones internas en el Comité con vistas al futuro. El 'lobby' europeo. Los grupos que tienen intereses en que una gran ciudad del Viejo Continente albergue los siguientes Juegos, en 2024.
Si Madrid hubiera resultado elegida, el resto de ciudades europeas habrían tenido más complicada su apuesta por la siguiente cita olímpica. Y los proyectos eran demasiado poderosos como para dejar escapar la ocasión.
Entre estos proyectos destacan especialmente dos: París y Berlín. La capital gala tiene la vieja aspiración de volver a organizar unos Juegos, y tras su fiasco en 2012, cuando era favorita y cayó en la final ante Londres, lleva doce años preparándose para organizar la cita en 2024.
El proyecto parisino tendría su mayor respaldo si el expertiguista Sergey Bubka fuese elegido para sustituir a Jacques Rogge al frente del Comité Olímpico Internacional. El ucraniano es el máximo defensor de la candidatura francesa y daría su respaldo a que los Juegos volvieran a la tierra del Barón de Coubertin.
Por otro lado está la opción alemana. Con las numerosas redes de influencia tejidas en los últimos años en los ámbitos políticos y económicos por el país centroeuropeo, Berlín gana enteros para albergar la cita olímpica.
En su favor estaría el otro gran candidato para presidir el COI, Thomas Bach, apoyado además por el 'lobby' del petróleo, encabezado por el jeque Ahmad Al-Fahad Al-Ahmed Al-Sabah, expresidente de la OPEP. Estos fueron una de las máximas influencias para que Tokio saliera elegida. Sabían que, con los Juegos asiáticos, su opción tendría menos obstáculos. Madrid era un lastre. Ahora, el camino se allana.