El sector inmobiliario español tras la profunda crisis que lo redujo casi a cenizas ha sabido reinventarse, reconstruirse y atraer a nuestro país en estos últimos años, a los principales inversores internacionales. La evolución desde 2012 no ha parado, y estoy convencido de que en los próximos años avanzará todavía más deprisa. Dentro de esa evolución han surgido nuevos aspectos antes desatendidos que han pasado a la parte alta de la lista de prioridades como son los aspectos sociales, medioambientales, y también el uso de la tecnología al servicio de compañías y clientes.
Las compañías inmobiliarias españolas hemos desempeñado un papel crucial en la salida de esa crisis financiera mundial sufrida desde 2008. En una situación económica tan adversa, conseguimos diversificar el sector, así como profesionalizar al máximo la gestión y esto ha resultado crítico para canalizar una enorme cantidad de capital de inversores institucionales de primer nivel, que han sido claves para dotar de liquidez al sistema y facilitar la recuperación.
En un escenario mundial de tipos históricamente bajos, nuestro sector ofrecía una magnífica oportunidad de inversión contribuyendo a consolidar un sector hoy pujante, diverso y resiliente. Se ha hablado mucho, y es justo que así sea, del importante papel que las Socimis, inexistentes hasta 2014, han desempeñado en ese proceso.
Lar España junto con el resto de Socimis del mercado continuo han dotado al mercado de liquidez y transparencia, y nos han equiparado a los mercados más desarrollados. Tampoco hay que olvidar el protagonismo de las grandes promotoras que, especializadas en sus segmentos, han tenido un papel crucial en el cambio de modelo inmobiliario que se ha producido y que sin duda va a consolidarse en los próximos años en un sector enormemente fragmentado en su origen.
El sector promotor español está demostrando también su capacidad para dar respuesta a los nuevos segmentos de moda como son el logístico y la vivienda en alquiler. En concreto en este último, con su experiencia y canalizando el capital adecuado en cantidades suficientes, se podrá dar solución a un problema que, por su dimensión, solo podrá resolverse mediante un incremento muy relevante de la oferta. La visión a largo plazo, la institucionalización del producto y la creación de las plataformas adecuadas son el único camino de éxito, y todo lo que no lo facilite serán piedras en el camino. Una sana e intensa colaboración público-privada será especialmente importante para lograr el objetivo.
Además, la pandemia ha actuado como catalizador y acelerador del cambio de muchas prioridades y comportamientos sociales. Ahora buscamos espacios más funcionales y flexibles para vivir y trabajar y nuestro nivel de exigencia como usuarios está en alza. Conceptos como el e-commerce o el teletrabajo no deben ser considerados como amenazas, sino como un reflejo de esos cambios que se están produciendo, y por tanto grandes aliados si sabemos incorporarlos con la visión de futuro necesaria. Otros conceptos como el co-living o el co-working son también buenos ejemplos de esta imparable evolución que pone en valor, cada vez más, la importancia de la gestión de calidad y de los servicios especializados. En ese entorno, conocer al cliente, comunicarse con él así como optimizar y abaratar los procesos, se ha convertido en un objetivo imprescindible que solo la tecnología puede ayudar a cumplir. La digitalización ha pasado de ser un concepto de moda a una prioridad para competir y sobrevivir a medio plazo que debe integrarse en el negocio.
La sostenibilidad es el último valor clave donde el sector está concentrando el esfuerzo. Lo hace consciente del impacto que nuestra actividad tiene en nuestro entorno, las exigencias que el capital impone y la sensibilidad que clientes y resto de actores manifiesta. Cualquier proyecto incorpora hoy diseños, métricas, objetivos y certificaciones medioambientales y todas las compañías a partir de cierto tamaño fijan y publican compromisos para los próximos años en esta materia.
Consumos, emisiones y movilidad son junto con los conceptos tradicionales de coste y precio, parte del día a día de nuestras compañías y junto con los de beneficio y ventas conforman la información que remitimos al mercado para que nos reconozca. El sector se ha transformado y fortalecido y ha sido capaz de evolucionar y adaptarse de manera exitosa a la revolución que está viviendo. Confiemos, permitamos y trabajemos para continuar de manera exitosa con esta evolución.