
La moto en España tiene un gran pasado, un prometedor presente y un extraordinario futuro. Crece su uso por parte de los ciudadanos y crecen también la parte industrial y profesional.
La transformación de la movilidad impulsa su presencia en nuestras calles y la electrificación ofrece una oportunidad que muchas empresas están aprovechando.
El 15% del parque español de vehículos son motocicletas y ciclomotores, una cifra que continúa creciendo. Estamos convencidos de que dentro de 15 años será mayor y para esto es importante que la moto deje de ser "la gran olvidada" por las Administraciones. La moto no aparece en la Estrategia de Movilidad Segura, Conectada y Sostenible 2030 del Ministerio de Transportes ni en los Planes de Movilidad Urbana de muchos ayuntamientos. Esto tiene que cambiar.
La moto responde perfectamente al Acuerdo Verde europeo y a los retos de la movilidad sostenible. Contribuye eficazmente a la reducción de la congestión en las ciudades y su nivel de emisiones es sensiblemente inferior al de vehículos mayores. Los consumidores valoran cada vez más estas ventajas. En el plano industrial, tras dos décadas donde la mayor parte de la producción se concentró en Asia, la crisis de la Covid nos ha mostrado la importancia de conservar la industria que tenemos, incluso la necesidad de relocalizar producción en Europa.
Los vehículos eléctricos son el futuro y dentro de 15 años serán mayoritarios, especialmente en las ciudades. En este marco han florecido en España múltiples proyectos industriales que han convertido a España en el primer fabricante europeo de moto eléctrica.
Tenemos en nuestra mano la posibilidad de un crecimiento industrial relevante: que genere riqueza y puestos de trabajo. Es capital que el Plan Nacional de Impulso a la Cadena de Valor de la Automoción, enmarcado en el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia y los fondos Next Generation EU den cabida también a la moto y los vehículos ligeros.