Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. El viejo axioma forma ahora parte de los desvelos de una compañía en que en menos se ha dado la vuelta como un calcetín. Hay que remontarse a junio de 2015 cuando el operador que dirige Meinrad Spenger se hacía valer en Bruselas y en España para convertirse en el destino de parte de las redes de la fusionada Orange y Jazztel.
Con ese movimiento, el operador móvil virtual se convirtió por derecho en el cuarto jugador convergente. Ya era la firma más relevante del MAB y afianzaba sus planes para saltar a Bolsa, al Mercado Continuo, a finales de este año. Hace poco más de dos meses se comprometió a adquirir a su rival PepePhone, por 158 millones y ahora redondea la jugada con la compra de Yoigo, por 612 millones.
Una vez que se formalicen todos los trámites, incluido el visto bueno de la CNMC, MásMóvil habrá multiplicado por ocho su clientela y sus ingresos. Pasará de las 480.000 líneas actuales a las más de 4,2 millones en cuanto digiera las carteras de PepePhone y Yoigo. Las ventas de 130 millones con los que cerró 2015 se dispararán hasta los cerca de mil millones. Produce vértigo semejante crecimiento. Tanto, que lo suyo debería estudiarse en las escuelas de negocio a poco que las cosas marchen como se proyecta.
El perdedor del culebrón de Yoigo es Zegona.
El propietario de Telecable tiene mucho trabajo por delante para revalorizar al cablero asturiano sin apenas sinergias en el horizonte. Tuvo a Yoigo en bandeja durante mucho tiempo y dejó escapar la pieza más apetitosa del mercado español de las teleco. Convenció hace tiempo a Telia Sonera, pero no remató la faena. El pasado lunes rompieron casi cien días de silencio para indicar que los minoritarios de Yoigo no estaban dispuestos a vender.
Apenas 24 horas después, los hechos demostraron lo contrario. ACS, FCC y Abengoa se entendieron con Spenger y simpatizaron con el proyecto de un operador con vocación de invertir y plantear batalla a los tres gigantes del sector: Movistar, Vodafone y Orange. Mientras que las intenciones de Zegona consistían en remozar la firma para venderla cuanto antes con pingües plusvalías, el empeño de MásMóvil apunta al largo plazo, con un proyecto industrial español ajeno a las veleidades del capital riesgo.
MásMóvil tiene un puñado de ecuaciones pendientes que debe resolver para poder echar firmes raíces. La primera tarea consistirá en volverse a sentar con Telefónica, el proveedor de red de Yoigo y Pepephone. La mayor parte del tráfico móvil del operador amarillo pasará por la casa del líder del mercado, donde se cocinarán las sinergias que no proporcione la red propia heredada de Yoigo. Un buen precio y unas buenas condiciones resultarán básicas para el éxito de MásMóvil. La firma también tiene que clarificar el mapa de sus marcas. No hace falta gastarse mucho dinero en consultores para percatarse de que el poder de la enseña de Yoigo es indiscutible.
También Pepephone es un referente en calidad de servicio, transparencia y honestidad. Esto último debería asegurar la supervivencia del operador de lunares como marca satélite. Spenger se encontrará ahora con dos primeros ejecutivos de compañías rivales ahora bajo su mando. Eduardo Taulet, consejero delegado de Yoigo, tiene todos los visos de iniciar nuevos proyectos profesionales. Pedro Serrahima, director general de PepePhone, podría ser el mejor fichaje si le confían campo para realizar el mismo juego que está realizando en el operador de los clientes más satisfechos.
A finales de año, con el salto al Mercado Continuo, MásMóvil se codeará con las grandes corporaciones del país y dispondrá de recursos para continuar la aventura que inició hace diez años: ofrecer servicios de telecomunicaciones de calidad y bajo precio. Junto a todo lo demás, Spenger estará obligado a poner la máquina de las sinergias en marcha y a remozar los planes de negocio, ya ajustados a la nueva dimensión del nuevo gigante del bajo precio.