
Un equipo de investigadores del MIT del que forma parte el español Tomás Palacios ha desarrollado un sensor de luz infrarroja basado en grafeno cuya producción podría ser tan barata que podría utilizarse de forma masiva en el mercado, equipando desde coches a teléfonos móviles.
La tecnología de visión nocturna más habitual no es exactamente nueva: se basa en la utilización de luz de una parte del espectro radioeléctrico que el ojo humano no puede percibir.
Sin embargo, los sensores utilizados en gafas nocturnas como las de los mejores ejércitos del mundo, tienen varias pegas: son pesados, no refrescan bien la imagen y, sobre todo, son muy caros.
Utilizando el grafeno, un material con propiedades espectaculares entre las cuales está el de ser un buen receptor de emisiones infrarrojas, el equipo del MIT propone crear un chip de tamaño muy reducido que ya ha sido utilizado para reconocer formas en la oscuridad como las de una mano.
El siguiente paso será refinar la tecnología para que pueda ser utilizada en el día a día, con suficiente resolución para que, quizá algún día, nuestros teléfonos inteligentes sean capaces también de registrar imágenes en la oscuridad.