
Tras una jornada de infarto, de dimes y diretes y mucha intoxicación política, Carles Puigdemont afirmó este miércoles que sí vendría este jueves al Senado para explicar sus alegaciones al artículo 155, y en menos de tres horas pasó al no y a negarse así en rotundidad a exponer sus argumentos soberanistas. Con todo, prepara la declaración de independencia, unas elecciones constituyentes e incluso podría proclamar la república en las próximas horas.
Este miércoles, el president plantó al Senado y lo hizo porque entiende que no hay motivos para perder el tiempo con los que quieren arrasar Cataluña. A su parecer, carece de sentido coger un AVE a Madrid o utilizar el puente aéreo cuando el Gobierno ya ha tomado la determinación de seguir adelante con la vía del 155.
En esta tesistura, y tras la reunión de ayer por la tarde de cierre de filas con diputados de Junts pel Sí y algunos miembros de su Govern, dispuestos a seguirle hasta el juicio final, Puigdemont parece decidido a apostar por una declaración de independencia y una resistencia pacífica para encarar el embate del Estado, además de presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional para impedir que se apliquen las medidas del artículo 155.
De no introducir nuevos giros a su guión, que, por cierto, ha ido cambiando con las horas y los minutos, en función de las reuniones mantenidas, el president acudirá este jueves a las 17:00 horas al pleno del Parlament para hacer hipotéticamente una declaración, quién sabe de qué manera, si dentro o fuera del Parlament, con votación o sin ella. Eso aún está por ver. O quizás para convocar unas elecciones.
Antes de llegar a la Cámara catalana y de aparcar la opción del Senado -donde le hubiera esperado la vicepresidenta Sáenza de Santamaría, esta tarde, a las cinco-, el president ha tenido que escuchar muchas opiniones desde distintos sectores, incluso alguna que otra mediación para convencerle de la necesidad de convocar elecciones en un marco legal, a cambio de que Mariano Rajoy optara por prescindir de la aplicación del artículo 155.
Según fuentes consultadas, además del socialista y expresident Jose Montilla, el PNV también habría ejercido como enviado, sin conseguir doblegar la postura del Gobierno, al entender éste que, además de la renuncia a la independencia, deberían anular todas sus leyes, acatar la Carta Magna y entonar un mea culpa por la situación a la que ha llevado a Cataluña.
Sin confirmarlo ni desmentirlo por parte de las fuentes oficiales de los nacionalistas vascos, por ser "un tema demasiado delicado", sin embargo, el portavoz del Gobierno Vasco y consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno, Josu Erkoreka, afirmó que sin distensión y sin diálogo no se podrá salir de la encrucijada del conflicto político catalán, por lo que considera que hace falta "voluntad y disposición, y ambas, aunque parezca tarde, son posibles".
En respuesta a esta mediación, fuentes populares mantienen que las conversaciones entre nacionalistas vascos y catalanes son corrientes, restando valor a esa supuesta labor de conciliación. Sin entrar en detalles, remarcan que desde luego ellos no han solicitado ningún arbitraje, aunque comprenden al PNV, porque "están asustados del efecto contagio que Cataluña puede tener sobre Bildu".
Con acuerdo o sin él, Puigdemont llega al Parlament esta tarde con un PDeCat revuelto, varios de sus consellers haciendo sus maletas en desacuerdo con la deriva secesionista, y un pleno al día siguiente, en el que en el Senado, como mucho, se podrán "suavizar" algunas medidas del 155, reconocen desde el PP.