
Parece ser que fue el senador estadounidense Hiram Johnson quien dijera en 1917 que la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad. Un servidor de ustedes, claro partidario de las apuestas políticas, sociales y democráticas de la revolución bolivariana que fundara Hugo Chávez, nunca ha sido un defensor acrítico y sin reparos de ciertas actitudes, discursos y medidas de monocultivo económico llevadas a cabo por los gobiernos venezolanos de turno.
Desde la pasión ideológica atemperada por la razón, el respeto a la verdad y a la ética, no puedo por menos que sentirme abochornado y escandalizado como español por la manipulación que desde instancias mediáticas, económicas y políticas se hace con todo lo que haga referencia a la Venezuela actual.
Es escandaloso que políticos, comentaristas, empresarios o exmandatarios españoles, acusen de dictadura a un país en el que las elecciones habidas han sido calificadas como legítimas, legales y democráticas. Es hiriente que, como ciudadanos del Reino de España, tengamos que buscar la información sobre lo que ocurre en aquél país en medios alternativos o extranjeros de diversas tendencias para soslayar los partes de guerra, la confusión torticera y sin deontología profesional entre información y comentario analítico.
El doble rasero con el que comentaristas y dirigentes políticos conservadores y algunos progres han medido los referéndums catalán y venezolano, me excusa de más ejemplos. Y es que verdaderamente estamos ante una guerra contra la información veraz y constatada para ocultar y desviar la atención sobre la corrupción estructural, la falta de futuro para la juventud española o el andamiaje de un entramado político que se cuartea y cruje aquí, en casa.
Venezuela, con sus problemas de fondo, cumple el papel que otrora y en épocas de crisis se le asignó a la comunidad judía: ser el chivo expiatorio. Joseph Goebbels ministro nazi de propaganda teorizó, tecnificó y actualizó la senda...