
Ganarse la confianza cuesta mucho, pero perderla es sólo cuestión de un instante. Bien lo conocen en Banco Madrid. Desde que el Banco de España colocó dos administradores en la filial de la entidad andorrana hasta su liquidación, decidida esta semana, transcurrieron sólo unos días. El Banco de España puso en duda al principio hasta la posibilidad de que Banco Madrid estuviera afectado, todo parecía un problema de la matriz andorrana. Pero la decisión del Ministerio de Economía de enviar el informe del Servicio Antiblanqueo (Sepblac) a la Fiscalía aceleró el fin de la entidad. ¿Porqué el Banco de España en los primeros momentos ni siquiera cesó al consejo si conocía el informe del Sepblac?, ¿por qué éste no se envió a la Fiscalía casi nueve meses después de su apertura si tan grave era?, ¿por qué todo se precipitó cuando se conoció la investigación abierta por la secretaría del Tesoro de Estados Unidos? Parece que el informe no contiene más que operaciones mal comunicadas o con defectos formales, pero que a priori no son concluyentes para llevar a alguien a la cárcel. Por eso quizá dormía el sueño de los justos en un rincón del Sepblac. Por eso y porque el presidente de Banco Madrid era José Pérez, quien había trabajado durante más de veinte años en el Banco de España, al servicio de Luis Ángel Rojo y amigo íntimo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez.
Parece que el ministro de Economía insistió en que se cesará el órgano de administración de Banco Madrid desde el principio. Pero se topó con la oposición del Banco de España. Después envió el informe a la Fiscalía, como hizo con las tarjetas black de Bankia para evitar malentendidos.
El dinero es asustadizo y mientras el gobernador y el titular de Economía discutían si eran galgos o podencos, los clientes comenzaron a retirar fondos de la entidad, provocando su concurso. Economía descartó que la entidad pasara a manos del Fondo de Reestructuración Bancaria (Frob) ni que tuviera un esquema de protección como Bankia o las antiguas cajas de ahorro, básicamente porque era un banco para ricos, en el que sus clientes tenían cuentas de inversión.
Si desde el comienzo se hubiera cesado al consejo y bloqueado la salida de dinero como ocurre en Andorra con su matriz, se habría evitado su desaparición y también las pérdidas ocasionadas a los clientes con depósitos superiores a los 100.000 euros. ¡Pero qué más da si se supone que eran ricos! Esto es parte del problema. Entre los clientes existen nombres de empresarios conocidos como Carceller, Bhavnani, Colón de Carvajal o Aristraín, amén de varios futbolistas como Roberto Carlos.
El exdirector general de Policía, Juan Cotino, tuvo que dar un comunicado para desmentir la procedencia ilegal de los fondos. Tener dinero se ha convertido en un nuevo delito, cualquiera pasa a ser sospechoso simplemente por ello. La liquidación de la entidad siembra, además, la desconfianza en la banca, porque muchos ciudadanos tienden a creer que todas las entidades son iguales. Pasarán décadas antes de que ésta recupere la credibilidad de los ciudadanos, sobre todo con casos así.
Tampoco ayudan las últimas noticias. El presidente de ACS, Florentino Pérez, ha puesto en marcha el mecanismo maquiavélico para el rescate por el Estado de la filial encargada de la conexión con el AVE a Francia, como adelantamos hace unas semanas. ¡Así cualquiera es empresario! Los riesgos los asume el Estado en caso de que el negocio vaya mal. La ministra de Fomento, Ana Pastor, se resiste como gato panza arriba a financiar al constructor. Pero, al final, tendrá que asumir los 428 millones de deuda porque recibió una herencia envenenada del anterior Gobierno, como le ocurre con las autopistas de peaje en torno a Madrid.
Florentino siempre tuvo fama de tener buena relación con los socialistas, y algunos que presumían de progresistas, aunque no lo sean, como el exalcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Al igual, que Juan Miguel Villar Mir suele estar más cerca de las administraciones del PP, como prueba su imputación en el caso Bárcenas. El problema de Villar Mir es que nunca logró el control de Palco del Real Madrid para agasajar a clientes, políticos, reguladores y directivos de medios. Por eso, sus informaciones salen en todas partes, mientras que las de Pérez se silencian sistemáticamente. Con un país así, ¡no me digan que les extraña que la gente ponga cara de póker cada vez que oye la palabra empresario, o que esté hasta la peineta del bipartidismo!